De EPA a EPA

El 27 de enero de 2012 se publicaba la Encuesta de Población Activa (EPA) correspondiente al cuarto trimestre del año anterior. Mariano Rajoy, que había sido investido presidente del Gobierno apenas un mes antes, se encontró con unos datos demoledores: el mercado laboral español había destruido más de 600.000 empleos en los doce meses anteriores. Fue la famosa “herencia recibida” que dejó el zapaterismo y que habría de sumarse a otra sorpresa no menor: el enorme déficit público acumulado y pudorosamente ocultado hasta que se levantaron las alfombras monclovitas.
Pues bien: seis años y medio después, hace una semana larga,  el Instituto Nacional de Estadística (INE) daba a conocer los datos de la EPA del segundo trimestre del año en curso. Y el panorama era radicalmente distinto: 469.900  empleos creados entre abril y junio, y sin que hubiera coincidido el tirón de la Semana Santa, que este año ocupó los últimos días del mes de marzo.
Se trata de la cifra más elevada desde que en 2002 comenzó la serie histórica. Con ello,  el número de ocupados alcanzó los 19 millones largos de trabajadores, 530.800 más que un año atrás y muy cerca de los míticos 20 millones que Rajoy y su Gobierno se habían trazado como meta al comienzo de su mandato para 2020, pero que iba camino de adelantarse a 2019.
El problema, no obstante, no es cuánto empleo se genera, sino su calidad. De hecho, desde la oposición política y sindical ya casi  constituye un tópico eso de que la recuperación se está consiguiendo a base de precariedad. Todo, por supuesto, es mejorable. Las cifras de temporalidad  o empleo a tiempo parcial no deseado siguen siendo altas. Pero en este epígrafe los datos de la última EPA apuntan en una dirección contraria a lo que sucedía en el invierno 2011-12.
En tal sentido, para no pocos analistas este del empleo indefinido es quizás  el mejor apunte de la encuesta en cuestión: un 73 por ciento de los nuevos asalariados habidos en el último año lo han sido con contrato indefinido, mientras que en diciembre de 2011 la situación era muy otra: en aquel año se destruyeron 485.000 empleos por cuenta ajena, de los que un 80 por ciento eran de indefinidos.
Esta es la herencia que Rajoy ha dejado a Pedro Sánchez, bien distinta, como decimos, a la que él recibió. Y ahora que le culpabilizan de todo, desde falta de previsión en el problema migratorio  hasta del conflicto de los taxistas barceloneses, mientras los ministros de turno –Marlaska y Ávalos- o llegan tarde o están desaparecidos, bueno será que al menos le reconozcan al anterior Gobierno la marcha  positiva de la economía y el empleo. Su mejora tiene todavía, por supuesto, largo recorrido por delante. Pero la base de partida lo hará más sencillo.

 

De EPA a EPA

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