Por qué y quiénes querían quemarnos?

El pasado domingo, día 15, unos cien incendios rodearon zonas de las cuatro provincias gallegas. Fueron espeluznantes, una plaga de llamas con amenazas mortales, y nubes y nubes de humo que afectaban a la garganta e irritaban los ojos. Fueron 4.000, 5.000, 8. 000. 11.000, más acertado 12.000 hectáreas chamuscadas, de las que desaparecieron árboles, arbustos, fauna y hasta mosquitos. 
Muchos nos preguntamos cómo ocurrió tal desastre, al que sólo la lluvia de los días siguientes, pudo ponerle fin. ¿Cómo fue posible que la ciudad de Vigo se viera acosada de norte a sur, de este a oeste? A la una de la madrugada, unos familiares que viven próximos a El Castro, me decían que temían se abriese un nuevo fuego en el monte, entonces tendrían que salir del domicilio, pero en la calle no se aguantaba.  Es tremenda la situación insegura que se puede producir en unas horas, dificilísima de combatir, sin precedentes, preparativo o precaución alguna para salir del infierno.
Muchos nos preguntamos, cómo es que en los montes próximos a Algeciras, con temperaturas superiores a las de Galicia, con una sequía que duplica a la nuestra, con los vientos del Levante por un lado y del Poniente por otro, todo eso no provoque múltiples incendios que dejen peladas las cimas cada verano. 
¿QUIÉN provocó el fuego, por qué lo hizo?. A aquella persona que fríamente lanza un objeto incendiario conociendo el daño que va a provocar, sólo le encuentro tres explicaciones:  o quiere infundir el terror en la población: y lo consigue;  o lo hace por un impulso incontrolable de odio (rencor, celos o envidia) entonces tiene la sangre envenenada, en ese caso debía agarrar un cubo de agua helada y vaciarlo sobre su cabeza; y tercero porque obtiene una recompensa económica, que dada la gravedad de lo que provoca, bien debía de exigir un millón de euros, y no venderse por una limosna. Perdonen, la ironía algunas veces, evita la violencia.
A la fuerza de la naturaleza no la podemos dominar, pero se necesita prever el accidente y facilitar información junto con  algún medio de prevención de males y alerta, a la vez que impeler  la responsabilidad local, para que cada uno actúe lo mejor que pueda para ellos mismos y para la comunidad. 
Quizá nos haya servido de ejemplo para próximas ocasiones, que dado el cambio climático, seguro se repetirán. 
Quizá sea necesario pensar que las industrias del papel estuvieron demasiado tiempo en Galicia. Esto corresponde a los gobernantes que, más de una vez, demostraron  poca sensibilidad para el pueblo, poco respeto por el suelo de nuestra nación gallega, y la mayor de las entregas hacia la empresa, ampliándole los años de permanencia en Pontevedra.
Quizá debamos pensar que los eucaliptos son plagas, son árboles peligrosísimos, sus hojas verdes arden como el alcohol, NO  PLANTAR ni uno más. Por contra, imitar a aquel cuñado que, el invierno pasado, en una esquina de un parque de Vigo, vio cuando pasaba, que habían brotados dos robles y se apuró a clavarles alrededor unas varas de caña seca, después llegó la primavera y el verano, y el hombre salía a pasear al atardecer y llevaba un botellín de agua que les repartía fraternalmente; crecieron, y cuando los jardineros limpiaron el césped, le respetaron los arbolitos ya de un metro de alto. 
El cuñado sigue visitándolos y cuando la necesitan, les arrima una botella de agua; en una visita a la ciudad del olivo, nos llevó a verlos. Parece una infantilada, pues no lo es, señores, si nos quedamos sin vegetales, el hombre desaparecerá del sistema vital, si no hay árboles, no habrá hombres, porque no habrá animales, y las personas, en una gran parte, somos animales como cualquier otro.
Termino, al parecer, han encontrado al enemigo número uno, al peor de los gallegos, al que incendió doce míl hectáreas, al responsable de la muerte de cuatro personas, al que dejó sin talleres, sin medios de vida, a decenas de familias, fue: “El que asaba un chorizo”. 
Esta parece una conclusión de Gila. ¿Es el hombre de paja que andamos buscando?, o ¿es el espantajo  que estaba en la huerta? La verdad, que al verlo hablar y lanzar una sonrisa irónica, no nos creemos que estuviera asando chorizos, ni sardinas. 
Su respuesta es una burla dada a un idiota. Ya no se lleva, señor, tratar a los gallegos como tontos, ignorantes; además no estamos de broma, despierte y piense que cuatro muertos son como cuatro mil para reírse de ellos y de las personas que perdieron sus casas. 
Si usted es del campo, sabe muy bien cómo hacer una barbacoa y no quemar ni una paja. Como campesino sabe muy bien que no se puede acercar, ni la ceniza de un cigarrillo, a un campo de trigo seco segado. Pero usted no es responsable de todo el desastre.
Esperamos las aclaraciones de la Xunta de Galicia, también de la Junta de Ingenieros de Montes, de los ediles locales, de los brigadistas  y hasta la corresponsabilidad de la papelera ENCE. LUME EN GALIZA: NUNCA MÁIS. 

Por qué y quiénes querían quemarnos?

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