fnff. No pronunciarás el nombre “nación/nacional” en vano

so nos decían de pequeñas, era una falta gravísima “pronunciar el nombre de Dios en vano”. No me voy a referir al ser supremo, cada uno es libre de adorar al suyo propio, y todos tenemos la obligación de respetarlo. Tampoco me voy a meter con los catalanes, con un poco de conocimiento de la historia de esta España, sabemos que disponen de un territorio que ocupan hace cientos de años, tienen sus fiestas típicas, una forma propia de ver la vida expresada en su idea de progreso, una economía que tratan de fijar en la industria, una proximidad a Europa evidenciada en el muntilingüismo, es un país de inmigrantes, son muy asociativos y voluntaristas en la ayuda, disponen de organismos propios para el autogobierno, recuperados de su existencia secular como su himno, no hay duda de que Catalunya es una nación, de aquellas que se dicen “nación sin estado”. 
También lo es Galicia junto con Asturias, tienen un clima y orografía muy parecidos que condiciona a sus habitantes (minifundios y población dispersa), están al extremo poniente de la Península, son más transoceánicos que continentales, país de emigrantes, muy fijados en el conservadurismo, tradición, economía agropecuaria, fuertes tradiciones y folclore, bello paisaje y paisanaje; es otra nación con identidad propia, y así ocurre con las dos Castillas que forman una nación grande, como Andalucía-Extremadura, la zona vasco-navarra, o la zona mediterránea. 
Lo que me llama la atención es la fnff o Fundación Nacional Francisco Franco. Así se publicita en su página web: www.fnff.es. ¿Qué significa para los autores eso de “nacional”, que la fundación representa a una nación? En ese caso no es la nación española actual, sino la España de Franco “UNA, grande y libre”. Esa nación autoritaria, con censura hasta su desaparición del poder, que no aceptó los partidos políticos ni los sindicatos de obreros hasta más allá de 1975. No nos interesa esa nación creada en la ilegalidad, al conseguir el poder por medio de un levantamiento militar apoyado por la oligarquía, banqueros y terratenientes. Que surgió contra una república empeñada en apoyar a los más desfavorecidos, república que alfabetizó a tres cuartas partes del país, que permitió la pluralidad de partidos políticos y de credos religiosos, la libertad de expresión y la formación de asociaciones culturales, pedagógicas, artísticas, de periódicos republicanos y revistas de temas diversos. 
De ninguna forma queremos que propaguen la vuelta a la nación que seleccionaba a los funcionarios por su ideología, que juzgó, ejecutó, asesinó a maestros por ser republicanos, que los inhabilitó para su sueño pedagógico, que exigió un curso ideológico de un mes internas a las mujeres que deseábamos tener un título de maestras; que hizo casi lo mismo con periodistas que acusaron primero de comunistas rabiosos, después de filomarxistas y filocomunistas, muy probablemente sin saber lo que estaban diciendo; que elaboró un organigrama para el país, España, vertical, escalonado y en la cúspide del cual estaba una única persona que aprobaba las leyes antes de pasarlas por las Cortes dictatoriales, pues nunca se hicieron elecciones a constituyentes. 
Una nación franquista con una camarilla de amigos, recomendados y poderosos que frenaban los intentos de libertades y hasta las ilusiones privadas de algunos emprendedores porque no eran del régimen o podían molestar a algún amigo. 
Una nación que para devolver las emisoras de radio privadas exigió juramento de fidelidad al nuevo régimen. Una nación que prohibió hablar en gallego, catalán o euskera, salvo algunas canciones folclóricas. 
Una nación que amparó el acceso a las universidades a los que tenían mayor poder económico, ahogando a los talentos de familias pobres. 
Una nación que olvidó y transformó de facto los puntos de la Falange, su partido único, para mantener especialmente grupos de vigilantes del nuevo credo, con impunidad ante las represalias que realizasen llegando incluso al peor de los finales, todo ello para ejercer, a través del miedo, una paz que no existía. 
Una nación que se definió como “nacional católica” para utilizar a la mayoría de los sacerdotes como cómplices, confidentes, apoyo y jueces, para guiar las mentes y aceptar la dictadura que medraba. Jueces porque ellos tenían que facilitar el certificado de buena conducta del maestro que, junto con el del alcalde de la ciudad, debía presentarlo a las autoridades para tomar posesión de la escuela que iba a regentar. 
Una nación que ensalzó a los sacerdotes asesinados en la zona republicana, pero mantuvo en el silencio a los ejecutados o asesinados por el franquismo, la mayoría en el País Vasco, pero incluso en Galicia, como Usero Torrente de Ferrol.
Termino afirmando que la “nación España del franquismo” era un ente de ficción, un intento místico-violento de detener el tiempo, un programa teórico; no tenía suelo propio, no había surgido en el territorio ibérico, era un proyecto militar, apoyado por religiosos católicos para mantener el orden social a consta de los pobres (sufre aquí para ganar la gloria allá), financiado por la clase adinerada para evitar las exigencias de los obreros y/o braceros. Lo consolidó el triunfo de los militares tomando por la fuerza todas las provincias existentes para igualarlas en la forma de ser y de pensar; las transformaron (aparentemente) con dos instrumentos: la fuerza de las armas y la educación popular-propaganda-enseñanza. 
El franquismo fue un ejemplo dictatorial más en Europa, como lo fueron el fascismo, el nazismo y el régimen soviético y si tuvieron algún indicio de razón para aparecer en su momento, pronto lo perdieron, al convertirse en un partido único, poderoso, intocable, asesino, impositivo e irracional que amenazó y eliminó a los contestatarios. Ser nación o nacionalista, producto de la realidad, no es problema, el peligro está en querer ignorarla o eliminarla.

fnff. No pronunciarás el nombre “nación/nacional” en vano

Te puede interesar