Ayuso

Sánchez se las prometía muy felices cuando, a iniciativa propia, se reunió con Ayuso. En la rueda de prensa de ambos, la cara de felicidad por llegar a acuerdos de Sánchez, contrastaba con la de Ayuso, como si quisiera disimular ante los suyos. Se vio forzada a reunirse, porque sería muy feo ante la opinión pública rechazar la iniciativa de Sánchez. 

Pero, un día después de anunciar el acuerdo, Ayuso rompe la baraja. Días antes, los barrios que había confinado se rebelaron por haber un bochornoso agravio comparativo con los barrios libres de confinamiento, generalmente, de clase alta, y que son los barrios de mayor caladero de votos del PP. Aquí se cumple la máxima de “lucha de clases”, de la que los defensores de políticas ultra liberales no quieren ni oír hablar. Ahora anuncian acatamiento, pero recurrirán las medidas de las autoridades sanitarias del Estado ante la Audiencia Nacional, en contra del criterio de Aguado, vicepresidente. Además, hay un contraste inhumano entre las cifras reales de muertos y positivos, que da la Comunidad de Madrid, asegurando que la curva de afectados desciende, con la de las autoridades estatales, que, con los mismos números aportados por la propia Comunidad, constatan un aumento de afectados. ¿Cómo se come?

Cuando alguien me hacía mención a la nefasta campaña sanitaria del Gobierno de Madrid, mi respuesta siempre fue la misma: “Es una situación desconocida y nadie tiene la varita mágica para solucionarla”. Después de lo visto estos días, ya no pienso lo mismo. Vislumbro que se hacen demasiados cálculos electorales, y a Ayuso le salió redondo. Porque ante los negacionistas y anti mascarillas, quien fuerza el confinamiento no es la Comunidad, sino el Gobierno Central. ¿Lo pillan? Ayuso mató dos pájaros de un tiro. Por un lado conserva sus votos, y por el otro, se los resta al Gobierno central. Lo peor no son los votos, sino los muertos y esos son considerados por los estrategas daños colaterales. Como cuando prohibían derivar enfermos graves a hospitales. ¿Les suena?

A tenor de todo lo expuesto, tienen que convenir conmigo en que el enfado de Ayuso, más que real, es pantomímico, porque no le salió tan mal la jugarreta. ¡Mecachis!

Ayuso

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