SOS, demografía

a ni nos preocupamos, tan derrotados como nos sentimos. Me refiero, claro está, a la continua pérdida de población, no solo de Ferrol, también de todo Ferrolterra, Eume y Ortegal. Aún encima, dentro de una provincia que este último año recuperó algo de lo perdido.
Mejor olvidar el recuento de los 66.065 habitantes de la ciudad, 8.208 menos que hace una década. Eso sí, hace diez años perdíamos unidades a mil por año, ahora, en esta última anualidad a razón de 700, es decir, gozamos del consuelo de encogernos con una tasa marginal negativa, cada vez menos caída poblacional. Quizás, porque quedan menos jóvenes para abondar el barco de esta urbe envejecida.
El  sambenito de la pérdida de ocupación en el naval ya no cuela. Acuérdense de la década de fabricación de las F-100, de los programas de las marinas noruegas y australianas sin regeneración poblacional. Podemos recrearnos lo que queramos en la nostalgia náutica pero no lograremos consuelo alguno. Cuando antes lo asumamos, antes sentaremos las bases para revertir la situación.
Es lógico que los alcaldes se preocupen por los trabajos previos del programa de las F-110, de los programas para marinas extranjeras, de la reparación naval. Es muy importante, pero agradeceríamos sobremanera que tuvieran igual inquietud por asumir sus propias competencias.
Un ejemplo: a diario, por la AP-9 circulan convoyes de autobuses con destino en la industria textil del Río do Pozo donde vomitan cientos de jóvenes trabajadores desligados de la ciudad donde trabajan. Terminada la jornada, vuelven a sus casas sin pisar nuestras calles. ¿Qué hacer para que una parte de ellos eche raíces aquí?
El concello tiene mucho que decir. Solo con pensar lo que no hace y le corresponde  puede darnos una pista. 
Así, no asume las competencias en transporte público por lo que no puede decidir poner una línea de autobús Río do Pozo-barrios de Ferrol, por ejemplo; llevamos años sin contratos de limpieza pública o parques y jardines, causa primera del deterioro de estos servicios; hace lustros que no se señalizan horizontalmente calles y avenidas, no se repara su firme; no todos los barrios tienen escuelas infantiles o centros de día; la peatonalización del centro es caótica y desordena; las placas de las calles están anticuadas, viejas o no están; el ingente parque de vivienda pública no se utiliza para alquiler de jóvenes. Por supuesto, hay mucho más.
Si el concello se pone manos a la obra y asume lo que deja de hacer, quizás empiece a darse cuenta que tiene mucho que decir para regenerarnos en la ciudad moderna, sostenible y con servicios adecuados que deseamos.
ramonveloso@ramonveloso.com

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