Reconocimiento

Estos días, Rafa Pillado nos revelaba en la radio su sospecha del castigo infligido a los trabajadores ferrolanos del naval por su aportación a la conquista democrática de España, cargándoles con la penitencia de una reconversión industrial salvaje. Si bien comparto la tesis que sostiene la exclusividad de recaer sobre la espalda de la clase obrera ferrolana la mayor parte del peso de las consecuencias del achatarramiento de un sistema productivo ineficiente, tanto de los trabajadores de aquella en activo como de las generaciones venideras, disiento de la afirmación de tal venganza.

Desde hace tiempo, creo que el sector financiero gallego, bancos y cajas, así como un empresariado ineficiente y acostumbrado a vivir bajo el paraguas especulativo de la dictadura miraron para otro lado y abandonaron a su suerte a la industria ferrolana, a diferencia de la actitud de los banqueros y empresarios vascos, comprometidos con su tierra e industria propia, imbuidos, posiblemente, de una tradición carente por estos lares. A partir de entonces, nuestros caminos divergen definitivamente.

Por eso, es un motivo de alegría y orgullo que, por fin, se siente en el Consejo de Ministros alguien fruto de la lucha de esa vieja clase obrera ferrolana. Hasta puede reparar en parte las suspicacias de nuestro entrañable Rafael. Y al frente del Ministerio de Trabajo, nada menos.

Yolanda Díaz es la primera mujer en sentar en el Ejecutivo al Partido Comunista de Galicia y sus múltiples reinvenciones, algo inédito en esta etapa democrática. No deja de ser un reconocimiento al tesón y esfuerzo de los marxistas españoles para la reconciliación nacional y la consolidación democrática en España.

A nadie se le escapa que nuestra convecina tiene una tarea ingente por delante. No solo para enfrentarse al reto de desandar la reforma laboral de Rajoy o situar al SMI al nivel recomendado por la Unión Europea. También, afrontará la realidad española de ser el segundo país de la Unión Europea con mayor tasa de desempleo, consecuencia de nuestra estructura productiva y en un momento de cambio en las relaciones laborales de casi todos los sectores económicos, muchas veces aumentando la precariedad. Hoy en día, tener empleo no es sinónimo de estabilidad e independencia económica. Para no volver a tiempos muy pretéritos habrá que dedicarle muchos esfuerzos y la cartera de Trabajo será clave.

Es palpable el dominio del lenguaje político por la propia ministra y, a tenor de lo que suena, parece rodearse de un equipo capaz de afrontar los retos del mundo del trabajo. 

ramonveloso@ramonveloso.com

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