Mal presagio

En el ámbito personal de cada uno, la Navidad suele ser época de reencuentros, ilusión y buenos propósitos para el año que va nacer y, claro está, se echa en falta a los que nos dejaron definitivamente.

Sin embargo, en el ámbito político, estas navidades no deparan nada bueno. Nos sobrevuela el  sempiterno problema catalán y la renovación de las instituciones autonómicas andaluzas.

Hay momentos en los que la ambigüedad ayuda a desatascar problemas, pero hay otros en los que la indeterminación da lugar a equívocos. Tal es el caso del comunicado derivado de la reunión del Gobierno de España con la Generalitat. Por supuesto, no voy ser yo quien niegue el diálogo entre instituciones democráticas. Antes al contrario, es imprescindible e inaplazable. Pero de ahí a plasmar en un documento político afirmaciones con buscado doble sentido, mal favor se hace a la resolución del desacuerdo. 

Llegados aquí, a la claridad de las pretensiones independentistas del gobierno catalán, se requiere un discurso diáfano por parte del gobierno socialista.

Recordarle a Torra que representa a todos los ciudadanos catalanes, que no los divida más, que en la anterior legislatura catalana se vulneró la democracia, la Constitución y los derechos a los parlamentarios no independentistas, que la mesa del Parlament vuelva a la normalidad democrática liberando los secuestrados periodos de sesiones, o que la Generalitat dé cuenta allí para su control. Que asuma la Constitución votada por todos.

El affaire  catalán afecta a todo. Y su solución pasa por un pacto entre catalanes pero, también, entre todos los pueblos de España.

Que Sánchez entienda que sin contar con PP y Ciudadanos no hay soluciones posibles. A su vez, que estos entiendan que negándose al diálogo y al pacto no hay posibilidades.

El gran problema de España no es el Presupuesto 2019. Es la convivencia. ¿Se darán cuenta?

 En este ambiente, era lógico que Andalucía se viera influenciada por Cataluña y la ola de populismo en las democracias parlamentarias. De ahí el avance de Vox, muestra del enfado ciudadano. 

Decíamos que España estaba a salvo de la extrema derecha y ya la tenemos aquí. Se fanfarroneaba que estábamos a salvo de la crisis financiera y de sus consecuencias y menuda bofetada llevamos. Esperemos que no nos pase igual con la vorágine racista, misógina y abiertamente franquista de Vox. 

Poco ayuda que los populares se echen en brazos de quien sea con tal de gobernar, aunque fuera esperable, pero es decepcionante y repugnante que el partido de Rivera haga lo mismo. Lo sufriremos, al tiempo.

Por  tanto, mi único deseo para 2019 es que todos trabajemos por la convivencia democrática.

ramonveloso@ramonveloso.com

Mal presagio

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