Jugando con fuego

 a raíz de los últimos sondeos, es palpable el nerviosismo popular por el terreno que le come ciudadanos y muestra su insensatez complicando los equilibrios políticos que amparan la intervención en Cataluña, con la apertura de un debate lingüístico extemporáneo, a la vez que irreal, amparándose en un 155 que no vale para todo, y menos para utilizarlo como arma electoral.
En esta línea, las declaraciones del portavoz del Gobierno de España proponiendo utilizarlo para atacar el catalán con cambios en el sistema educativo son de una irresponsabilidad manifiesta y demuestran que las barbaridades verbales de Wert para “españolizar” Cataluña están en la consciencia del Ejecutivo de Rajoy. Afortunadamente, el Constitucional acaba de ponerlo en su sitio negándole la intromisión en las competencias de la Generalitat.
Yo nada sé de política lingüística en el sistema educativo, pero sí tengo algunas experiencias. 
En primer lugar, como padre. A lo largo de los años vivimos en dos ciudades y un pequeño pueblo costero de Galicia, y las escuelas en las que se educaron mis hijos facilitaron que hoy sean licenciados universitarios enriquecidos por sus vivencias culturales y formación en castellano y gallego. El uso del gallego no les supuso problema alguno, antes al contrario.
En segundo lugar, como empleado público. Para prestar un buen servicio al ciudadano, es imprescindible entenderle y atenderle en su lengua cotidiana por lo que no me hizo ningún daño pasar un examen de conocimiento del idioma, no mermó mi calificación final y me ayudó para confeccionar textos oficiales en gallego.
Por último, en mi experiencia como edil y diputado provincial me preocupé de expresarme siempre en gallego. 
No se puede obviar que es el idioma oficial de las Instituciones Públicas gallegas, que debe gozar de protección especial y es el lenguaje común de muchos vecinos de la ciudad y provincia que piensan y viven en gallego.
Una vez más, Rajoy muestra un escaso sentido de Estado, algo que se le debería suponer a un político de su responsabilidad. Con su recurso al Estatuto catalán, mira la que armó y, la verdad, que ahora en temas lingüísticos poco se puede esperar de un gallego que utiliza en público la toponimia de Primo de Rivera refiriéndose a A Costa da  Morte y Sanxenxo por “La Costa de la Muerte” y “Sanjenjo”. No exagero, consulten las hemerotecas.
¿Cuánto tiempo tendremos que soportar estas atrocidades?
ramonveloso@ramonveloso.com 

Jugando con fuego

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