Esconder la mano

Soy consciente de que mis opiniones, expresadas libremente en mi columna semanal del periódico de cabecera de Ferrol y comarcas, no las compartan todos los lectores, faltaría más. Ni pretendo ser tan pretencioso. Solo son reflexiones personales sobre temas de actualidad para ayudar formarse una opinión a los que tengan a bien leerlas, bien sea para reforzarse en la suya previa, contaminarse con la mía o mestizarse entre ellas y otras más que tengan la oportunidad de leer o escuchar.


Disfrutar gratuitamente de la prensa en la red hace posible comentar directamente los artículos publicados, algo que fomenta el debate y enriquece la opinión de los lectores internautas. Y la mía, claro está. Lo que sí ya me cuesta comprender es la cólera de los agazapados en el anonimato, desbordada en una retahíla de insultos reduplicados en un polsíndeton interminable de arbitrariedades, contrasentidos y rencores. ¡Ay, cuánto ayudan a la discusión serena las Cartas al Director con nombre, apellidos y DNI!


Ya digo, la red, las redes sociales, facilitan expresar los pareceres de muchos a los que no les es posible hacerlo por otros medios, y, además, de incógnito, amparándose en la clandestinidad de la vida digital. Es la taberna global. En la taberna física los desahogos quedan en el ámbito de sus cuatro paredes entre conocidos; en la global se expande como la pólvora entre extraños. Podría parecer un juego inocente, pero en absoluto lo es. Así empieza lo malo.


La preocupación surge cuando los deslenguados son grupos organizados tratando de desestabilizar las bases de nuestras sociedades democráticas. Trump y sus noticias falsas o las injerencias rusas en procesos electorales americanos y europeos son dos de los casos más conocidos de cómo el mal uso de la red puede afectar a la convivencia pacífica de países enteros.


El mundo entero está inmerso en un proceso de reordenación geopolítica con muchos intereses encontrados donde los jóvenes tienen un futuro complicado y es aprovechado por determinados grupos para insuflar aire al pensamiento totalitario. ¿Qué otra cosa es sino el desenfoque del debate sobre las migraciones, la crisis de identidad europea, el Brexit, la propuesta Trump para la construcción de un Muro de la Vergüenza en la frontera mexicana o los malos augurios al sistema de pensiones?


Es innegable que la crispación está instalada en nuestras vidas. Necesitamos transcender a la misma. Quizás tirar la piedra y no esconder la mano, esforzarnos en debatir serenamente y aceptar opiniones diferentes ayude algo. Es más importante de lo que a simple vista pueda parecer.
¡Felicidades!
ramonveloso@ramonvelos.com

Esconder la mano

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