Equilibrios navideños

i nadie acordaba elecciones por Navidad en el Reino Unido, en España no quedamos atrás. Sin embargo, si en las Islas Británicas ya tienen formado gobierno, por estos lares todavía estamos pendientes de la capacidad de conformar una mayoría para echar a andar la legislatura, constituir gobierno y garantizar la estabilidad necesaria para afrontar retos históricos e imprescindibles para el país.
Si la inestabilidad política está instalada en el día a día del mundo occidental, España no iba ser menos. Afrontamos la cuarta propuesta de Investidura de Sánchez en poco más de tres años, con una de Rajoy por medio y su correspondiente moción de censura. Ahí es nada.
En este mundo de vetos cruzados, “realidades alternativas”, hoy digo esto y mañana lo contrario, las estrategias políticas semejan más un juego de naipes que planes pensados para dar estabilidad a las Instituciones democráticas, necesaria para encarar los serios problemas de los ciudadanos.
Es incomprensible ver encerrados en el castillo de sus propias posiciones a los actores políticos con capacidad para enfrentarse al nudo gordiano catalán. Si los más expeditivos proponen cortarlo, tal cual hizo Alejandro Magno, que mediten bien las consecuencias. Si los que creen que hay que buscar los cabos para desatarlo con paciencia, que no obvien la participación de aquellos más enérgicos. Al final, algo habrá que cortar y mucho que desatar. Sin los más raudos ni los más comedidos, PP y PSOE, los dos, no habrá un desenlace feliz.
Hay delicados condicionantes. Se está negociando con ERC, partido con dirigentes en la cárcel condenados mediante sentencia por violentar las Instituciones democráticas catalanas, la Investidura de un Presidente de un Gobierno de coalición socialista con Podemos, el primero de esta etapa democrática; las cuestiones prejudiciales planteadas por el Tribunal Supremo sobre Junqueras tienen su peso; el propio Congreso de ERC de estos días; el del PSC, por supuesto; hasta los que huyeron de la Justicia tienen su influencia.
Además, todos tienen que asumir que el PP tendrá que estar en la solución o no lo será y los propios populares deberían mirar a los lados para comprobar la irrelevancia de Ciudadanos, el ascenso de Vox y su caída electoral para comprender el flaco favor que se hacen a sí mismos y la convivencia negándose al diálogo. Por supuesto, no se le puede pedir una abstención a cambio de nada.
No sabemos si las negociaciones con ERC van llegar no solo a buen puerto, también, a un pacto viable. Por lo tanto, mantener puentes tendidos entre los grandes partidos parece lo más razonable.
No necesitamos más elecciones.
ramonveloso@ramonveloso.com

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