COP23

Temperaturas cercanas a los 50 grados en Andalucía, sequía extrema en Italia que afecta a su agricultura, inundaciones y huracanes en Estados Unidos de América, ola de incendios en la península ibérica con unas 50.000 hectáreas quemadas en Galicia forman parte de nuestras preocupaciones. Todos las sufrimos en mayor o menor medida.
Con este trasfondo, este mes se celebra en Bonn la conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, COP23, que se preocupa por la modificación de los patrones meteorológicos a largo plazo causantes de los desastres antes descritos. Los indicadores de esa variación más mediata los conocemos perfectamente. Me refiero al deshielo del Ártico y el Antártico, el aumento del nivel de mar, el crecimiento de la concentración de dióxido de carbono que afecta a la capa inferior de la atmósfera, la troposfera, pero  también a las capas más altas, o la acidificación de los océanos. La ONU trata de poner remedio a esta situación y de mantener la ruta del Acuerdo de París después de su boicoteo por parte de Donald Trump, Presidente de uno de los países más contaminantes del Planeta.
Pero todos podemos hacer algo, no debemos quedar cruzados de brazos. En el ámbito particular, desde la simple separación de residuos para el reciclaje, no utilizar bolsas de plástico para la compra hasta sustituir el coche particular por el transporte público o el coche compartido.
En el ámbito de la Administración Pública, me quiero centrar en nuestra comarca. Por ejemplo, hace sólo cuarenta años la Ría de Ferrol gozaba de mayor biodiversidad y más superficie marítima. Hoy, a consecuencia de la falta de depuración de un creciente volumen de vertidos y de los numerosos rellenos a lo largo de décadas, la calidad de las aguas y fondos de la Ría están muy deteriorados.
Afortunadamente, la reciente puesta en marcha del sistema de depuración de aguas empieza a dar resultados pero es difícil revertir los rellenos, aunque no imposible para algunos, como el muelle carbonero que durante unas décadas sirvió perfectamente a las necesidades de mineral menos contaminantes para la central térmica de As Pontes, sustituido por las instalaciones en el puerto exterior.
Me pregunto por qué no demolerlo. Es técnica y económicamente viable, mejoraríamos en calidad medioambiental y no se entorpecería la actividad portuaria si el Puerto utiliza sus áreas ociosas.
Por tanto, la responsabilidad medioambiental es de todos, de los Estados, de las empresas y de los ciudadanos.  

 

COP23

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