Los misterios de la desescalada

ni en pos de la “nueva normalidad” consiguen los políticos moderar esa su turbia inclinación a hablar sin decir nada. Diríase, incluso, que cuanto más hablan, menos dicen, pero esa habilidad corporativa que antes de la pesadilla ya casi nos daba igual, pues estábamos resignados a ella, nos sume hoy en el marasmo: todavía hay gente tratando de descifrar qué dijo el martes Pedro Sánchez cuando desveló su plan de “desescalada”.
Dos palabras de su esperada alocución percuten una y otra vez en la mente, como si intuyéramos que en ellas radican, o se esconden, las claves de nuestro futuro: “fase” y “asimetría”. Son bonitas, eufónicas, pero se necesitaría saber qué significan en el urgente contexto de poder o no visitar a los parientes, de reabrir o no la tienda, de acudir o no la peluquería, pues parecemos náufragos, o de recobrar o no el derecho a dar un garbeo, pero sin que los “runners” y los ciclistas le echen a uno encima su resuello. O dicho de otro modo: que aunque conseguimos pillar dos palabras del discurso del presidente, fase y asimetría, no nos enteramos de la misa la media.
Las fases de la desescalada parecen, como el primer cielo del gran Jaume Sisa. “inventats”. De hecho, aún no sabemos ni desde qué alturas de la tragedia colectiva y de la alarma tendremos que empezar a ir bajando, escapando. Mas, aun dándolas por razonables y posibles, ¿cuántas fases son?, ¿cuatro o cinco? La primera, según el Gobierno, sería la Fase Cero, pero, ¿se cuenta el cero? Lo más seguro es que se cuente, porque es donde estamos, pero no se puede estar completamente seguro ni de eso, ni de nada, ya no se puede estar seguro de nada.
La asimetría, la asimetría de las fases y de la desescalada, es otra cosa, pero aún más enigmática. Toda asimetría, incluso toda simetría, lo es, pero en el caso que nos ocupa volvemos a lo mismo: ¿Cómo se establece? ¿Quién traza en la faz de la realidad la línea que la hace asimétrica? Se nos da una pista: esas islas Canarias que pasarán, pues se han revelado indudablemente “afortunadas”, de la Fase Cero a la Fase Uno sin más examen ni más nada. Puede, en efecto, que esas islas maravillosas definan de entrada la simetría de la desescalada, pero ¿cómo podrán trasponer los otros territorios, cuándo, cuáles, esa raya salvífica que les separa del pequeño oasis de la Fase Uno? No repuestos aún de reto de desentrañar el misterio de la “nueva normalidad”, tenemos que enfrentarnos ahora al asimétrico enigma de las fases de la desescalada, y el esfuerzo que se nos pide nos pilla desolados y gordos.

Los misterios de la desescalada

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