La España transversal

La izquierda está en contra de la celebración del referéndum amañado, sin garantías y de resultado pre-establecido que pretende nada menos que legitimar la secesión de Cataluña, pero contra lo que parece deducirse del manifiesto de intelectuales de izquierda publicado el otro día, que se centra en aconsejar algo imperativamente a los catalanes no participar en el mismo, a lo que se opone de verdad la izquierda es a la propia secesión de Cataluña.
Para una vez que hay en España verdadera transversalidad en una posición política, no es cosa de disimularlo o de regatear su encarecimiento. Por una vez los españoles, derechas, centro e izquierdas, progresistas y conservadores, parecen estar de acuerdo en algo, acaso porque a todos por igual les afecta que alguien pretenda adueñarse de una parte de su casa. Otra cosa es que el sentido común señale a Rajoy y al PP como los menos indicados para conservar en su integridad esa casa a satisfacción de todos cuantos la habitan, y en eso, en subrayar esa circunstancia, sí acierta el dicho manifiesto.
Es cierto que en la partida independentista se da también la transversalidad, que no hay más que ver quién la dirige y manipula, el trío PDCat-ERC-CUP, pero esa transversalidad es menos meritoria, pues se genera en la burbuja mística y creencial de la lucha de un pueblo perseguido pero señalado por la Providencia. La otra transversalidad, en cambio, la que suscita y genera en el Estado español las malas artes de los cacos que planean el robo del siglo, esto es, de una porción del país con cuanto contiene, tiene el mérito de erigirse sobre el cainismo secular usando la razón, venciéndolo.
Transversalidad, y mayoría abrumadora si se pudiera descontar la empanada de Podemos, hay, de modo que no estaría de más dejar de marear la perdiz: Ese referéndum tramposo, de chicha y nabo, no; y secesión, tampoco. Referéndum real y legal, democrático, vinculante, con participación de todos los españoles, o consultivo con sólo los catalanes, si, y cuanto antes para empezar a salir del marasmo, pero chulería y mangancia, no. 

 

La España transversal

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