Periodismo

el último sábado, durante la entrega de los galardones otorgados a los vencedores del premio de Xornalismo Luis Mera, organizado por el Club de prensa de, tuve la oportunidad de compartir mesa y mantel con jóvenes y veteranos periodistas, en un interesante grupo que integraba a profesionales ejercientes en los medios escritos y audiovisuales de nuestra Ferrolterra y alrededores.
Durante la comida, y en la sobremesa, surgieron interesantes conversaciones entre nosotros, analizando la situación actual del periodismo, tanto local, como regional o estatal. Era claro que no había controversia generacional. No se trataba de señalar que, cualquier tiempo pasado había sido mejor, o que el periodismo actual superaba al de hace cincuenta años. Todo lo contrario. El interés en alcanzar la excelencia en la Comunicación Social era, y es, común. Jóvenes y antiguos profesionales reivindicábamos la necesidad de una información veraz, libre y contrastada, a través de todos los medios, incluidos los nuevos digitales. 
Contrastamos los problemas comunes que nos afectaron a todos, principalmente tras la implantación de las nuevas tecnologías de la Comunicación y la concentración de medios, en manos de grupos mediáticos y económicos, que mediatiza las condiciones laborales de los periodistas, y la autocensura que ello conlleva.
Recordábamos, veteranos y jóvenes, como era el trabajo en los medios locales antaño, donde, con escasa plantilla, prácticamente hacíamos de todo: reporterismo, sucesos, opinión, deportes, etc. Tras la expansión de la prensa, con la irrupción de nuevas cabeceras, emisoras de radio o cadenas de televisión, privadas u oficiales, el periodismo, en  un momento determinado, tuvo un verdadero auge al proporcionar trabajo a los jóvenes universitarios titulados en Ciencias de la Información, en detrimento de los medios locales que, ante la presión económica de los grandes grupos mediáticos, iban desapareciendo paulatinamente.
Confieso que desde mis tiempos iníciales en la profesión periodística me he considerado un reportero local polivalente, y, siguiendo los consejos del apóstol de la Comunicación, Marshall McLuhan, he considerado que los profesionales periféricos debíamos “pensar en global y actuar en local”, como método de llegar al público de nuestro entorno.
Recibí un soplo de aire cuando, pronunciando unas palabras de agradecimiento al recibir sus premios, dos jóvenes periodistas galardonados hacían hincapié en la figura del reportero, hoy en periodo de regresión en los medios, y cuya permanencia es necesaria para la pervivencia del oficio del periodismo, o en la necesidad de centrarnos en aspectos sociales y humanos en donde vivimos y donde ejercemos el periodismo, con la obligación moral, ética y profesional de informar verazmente a los lectores, oyentes o espectadores, según el medio donde trabajemos.
Tengo fe en los nuevos profesionales de la información y que recuperen aquellos valores que los viejos comunicadores de antaño teníamos: ganas de que nuestro esfuerzo cotidiano sirviese para que los valores sociales, humanos y democráticos de los lectores lograsen un mundo mejor. Es nuestro deber, veteranos y jóvenes periodistas. Y, por eso, seguiré en la lucha. 
 

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