Muertos de agua

Desde enero mil ochocientos muertos y casi doscientas mil personas esperando en las costas para sortear la muerte en Libia. Nos gusta eso de “estados fallidos” para nombrar nuestros propios desastres, los desastres que hemos provocado; así, de alguna manera señalamos que son pueblos ingobernables. En cualquier tertulia de radio se obvia que a alguien le resulta beneficioso que ahora los “estados fallidos” se desplacen a Oriente, así como  mostrar el fracaso de las primaveras.
Hace tiempo ocurría algo similar en Sudamérica, llena de golpes de estado que se sucedían sin ton ni son y de dictadores de quita y pon. Qué extraño que todo se repita. Ahora Libia se reduce a un problema de emigración, de guerra civil, después del “gran triunfo” de la muerte de Gadafi. Cuando Occidente sueña, Oriente muere.
Los muertos son efectos colaterales hacia ninguna parte, efectos colaterales que sueñan dirigentes cada vez más analfabetos.
Occidente es una fábrica de estados fallidos, de multitudes hacinadas esperandom como decía una madre, “darle de comer a mi hijo” después de meses de abusos por el desierto. Sirios, subsaharianos y bangladesíes tras ese oscuro objeto de deseo que es Europa, que de vez en cuando se sorprende de los muertos para humanizar su desaguisado y su indiferencia. Se ha logrado que países como Irak, Siria, Libia, etc., estén descabezados; nuestra ignorancia y nuestra religión económica es su desaparición, su condena a muerte. Hombres sin pasado, encerrados en una mirada que de tantas veces repetida ya nos parece un vídeo juego o una aplicación de móvil.
Tres mil kilómetros de desierto para chocar de bruces con un mar que se los come, familias arruinadas en origen para que alguien tenga “futuro”.
Ya tenemos un enemigo, seguramente un enemigo amamantado por nosotros, una bestia que nos viene bien para colocar la raya roja entre nuestro sofá y sus polvorientas líneas de arena. Su terror y nuestro terror, como si en el fondo hubiera matices que salvar. ¿Le viene bien a Occidente que gobiernen las mafias?, ¿le viene bien a Israel quedarse sin enemigos árabes? En el fondo, Occidente no soporta que haya otra manera de vivir.

Muertos de agua

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