SOBRE EDIFICIOS Y VOCES

Un edificio vacío es ruidoso, se oyen los pasos de lo inútil. Algo así ocurrió en una visita casual al Antiguo Hospicio de Amboage, construido entre 1800 y 1830, reformado y hoy llamado, por llamarle algo supongo, Casa de la Juventud. Una juventud que sospecho se la está esperando. En esta “Casa de la Juventud” ya hay más fantasmas que en la casa de Psicosis. El edificio ya terminado, no tiene todavía un fin determinado pero ya tiene un nombre, se le ha bautizado sin niño y sin invitados. Allí, se yergue la cabeza de cartón agujereada de Jorge Juan, para que podamos meter la cabecita y fotografiarnos, luego algo más arriba los paneles de esa entelequia ferrolana, en el que se llevan gastados más de un millón de euros, que es el patrimonio de la humanidad, paneles solitarios, colgados para que nos “asombremos” de lo que hemos sido. Bueno, abajo hemos dejado, no sé si lo saben, un salón de actos o de conferencias a estrenar de un blanco impoluto, todavía sin palabras que lo adornen, ni de derechas, ni por supuesto de izquierdas.
Un salón de estos sin voces, sin debates, es como una sala de tortura. Pero, no desesperen, en el piso tercero nos están esperando bien uniformados y en estado de revista, 11 ordenadores blancos en fila como si de un ejército desarmado se tratasen, deseando cumplir su función, ya que todavía los pobres no tienen conciencia de sí mismos. Están temiendo pasar de moda sin saber lo que es Google, ni mucho menos la juventud, nacidos para morir, de aquella solo tienen el color. Después del crujido de las escaleras, llegamos a otra habitación donde una chica amable nos informó de becas, ustedes saben que hay becas para ordenadores y para carnet de conducir, pero para eso hay que rellenar unos papeles, y también alguien lo tiene que saber. El verdadero patrimonio de la humanidad de Ferrol es el secreto, la secta. Creo observar que las dos personas que “regentan” el edificio de Psicosis, están muy solas y con ganas de hablar, de saber de verdad para qué están allí. Pero, qué bonito quedó el edificio inútil, el edificio blanco, con su patio y sus pozos en el suelo, el edificio sin fin.

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