¿El peligro no es Vox sino Podemos?

En pocas horas, tras la votación en Andalucía, se han dicho cosas tremendas, como lo de Pablo Casado de que “el peligro no es Vox sino Podemos”. Tremendo, casi tanto como el enfrentamiento entre Sánchez y Susana, azuzado por el resultado electoral. Lo de Pablo explica el sentir de la derecha española ante ese resultado catastrófico. El presidente del PP tiene que explicarnos lo que ha dicho. La comparación entre Vox y Podemos resulta un disparate tremendo, y lo lógico sería que se volviese radicalmente contra él y el partido que preside. Y una cosa así no puede achacarse a los nervios o al entusiasmo: es algo que se siente muy profunda y meditadamente, sin la menor duda.
Se entiende bien así la disposición de Casado en favor del pacto con la ultraderecha extrema. Lo que se entiende un poco menos es que Casado no se dé cuenta de que decir eso es tanto como echar por la borda los sentimientos democráticos, sobre cuya fe en ellos de su autor hasta ahora no me cabían grandes dudas. ¿O es que el presidente pepero desconoce el pensamiento político de Vox? También podría ocurrir que eso no salvase la responsabilidad del líder del PP. Convendría que éste se explicase cuanto antes...
De momento, hay que recordar que el partido ultraderechista en su programa rechaza el Estado autonómico, es decir, rechaza el que es uno de los fundamentos del Estado democrático inserto desde hace cuarenta años en la vigente Constitución española. A Pablo Iglesias no se le ocurre tal cosa, por muchas que sean las correcciones que le gustaría introducir en el texto constucional cuando se refiere a las autonomías. Bueno, en realidad es así con todo. Y el gran disparate es la afirmación de que el peligro está en Podemos y no en Vox.
Y otra cosa, que no es una frase, sino una grave omisión. Casado y Rivera ya no piden, ya no exigen, como hacían, que gobierne la lista más votada en cualquier elección. Ya no pueden sostener eso que tanto predicaban cuando el destinatario del ataque era el PSOE. Claro que era absurdo exigir eso, sobre todo porque podía darse el caso de que la suma de los resultados de los partidos que no configuraban la lista más votada podía totalizar una gran ventaja en favor de los votados en segunda, tercera, etc. posiciones. Qué casualidad que sea ahora cuando han cambiado de opinión.
Los comicios andaluces se acaban de celebrar y parece que su digestión va a durar bastante tiempo. Incluso no cabe excluir la posibilidad de que resultasen unas elecciones fallidas que tuvieran que repetirse. De momento, el tema está en mantillas y no se ven indicios claros de que en breve sea posible una solución. Han empezado mal la operación, sobre todo al precipitarse en afirmar –PP y Cs– que van a terminar pactando con Vox si eso les lleva a San Telmo. Eso es preferir a la extrema derecha antidemocrática por encima de la izquierda democrática, lo cual es gravísimo.
Falta también por aclarar del todo cuál haya sido el papel de José María Aznar, que ya se fue atisbando a partir de la elección de Pablo Casado como sucesor de Rajoy en el partido. Incluso piensa uno que no podría descartarse el regreso de Aznar al protagonismo y a las aspiraciones a ser de nuevo presidente del Gobierno. Cosas más extrañas suceden a veces y sería insensato rechazar de entrada tal posibilidad. En fin, que los aspectos flotantes son infinitos tras el resultado del 2 de diciembre. 

¿El peligro no es Vox sino Podemos?

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