De los disparates a las cifras tremendas

o más positivo de los últimos días en la gran crisis es el importante descenso de otro peldaño, que nos lleva a la cifra más pequeña de fallecimientos (164) y contagios (838) en 24 horas nada menos que en el último mes y medio. Ya sabemos que no se puede asegurar nada, pero sería rarísimo que se produjera ahora un retroceso de importancia. Creo que esto es lo más sensato que se puede decir, por supuesto infinitamente más que los disparates que venimos oyendo y leyendo de un extenso territorio del mundo político español. Personalmente, creo que esto es lo más esperanzador hasta el momento. Y si luego eso se fuese al garete, lo lamentaría mucho, pero creo que ya no habrá un retroceso más significativo que el avance que se acaba de producir.
Pienso que los disparates que venimos oyendo y leyendo son impropios de esos personajes de la clase política que los están protagonizando. Sobre todo porque se trata de figuras de primer orden en el panorama. Y a menudo son los mismos que se complacen en oponerse a las decisiones del Gobierno sin más fundamento que utilizarlo como armas dialécticas para un intento de fulminarlo. No sé si habrán pensado seriamente en las consecuencias de un triunfo de sus maniobras, pero esas consecuencias están bastante claras: el desastre sin remedio. Si creen que me equivoco, lo tendrían que demostrar, y eso es imposible. Es que no quiero poner nombres porque no quiero sentir vergüenza.
Tema distinto es el de Urkullu, Torra ó Feijóo, que se han dirigido a Pedro Sánchez con el aviso de que rechazan la prórroga del estado de alarma. Eso es otra cosa, y por ello no tengo inconveniente en mencionar sus nombres. Apoyar o rechazar la continuidad de la alarma es cosa bien distinta, que no pone nada en grave riesgo. Es que éstos se mueven en terrenos todo lo discutibles que se quiera, pero sin salirse de la racionalidad. Lo de los otros se sale y además de qué manera. Y mira si los tres mencionados no son susceptibles de serias críticas. Pero ni comparables con los no mencionados por sus nombres... Lo voy a dejar, porque estoy metiendo en un berenjenal y ya me vale.
Junto a las cifras con que comenzaba esta columna están esas otras cifras, las del paro, que en abril sube en casi 300.000, sumando ya los casi 4 millones. Las cifras son tremendas, pero lo eran o lo son también en el capítulo sanitario y estamos viendo que son un tanto volubles. Lo que hace falta es algo que podría parecer milagroso: que seamos todos capaces de utilizar las verdades y hacerlo pensando solamente en el bien y los intereses del país entero, ya que hacerlo pensando en los intereses políticos sin más es un disparate descomunal que solamente puede conducir al desastre. Y digo al desastre, que supongo que todos sabemos muy bien qué es eso, aunque muchos utilicen la palabra también sus exclusivos intereses.
Y un ruego para terminar: que seamos capaces todos de explicar bien las cosas, las circunstancias y las ventajas e inconvenientes de todas las decisiones. Un ejemplo personal mio es la necesidad de mayores explicaciones sobre el cierre de los parques de muchas ciudades, como Madrid. Habito en esta capital y nunca, nunca, entendí las razones de su cierre desde el primer momento de la alarma. Y me consta que lo mismo le sucede a muchos ciudadanos. Pienso que los parques son un lugar idóneo para las caminatas y paseos y que en todo caso suman grandes espacios a las calles y las plazas de las ciudades para tales ejercicios y esparcimientos, indiscutiblemente necesarios.

De los disparates a las cifras tremendas

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