TRUMP Y LA CIENCIA

El próximo 8 de noviembre tendrán lugar las elecciones presidenciales en los Estados Unidos. Todavía no se sabe quien será el candidato demócrata. Lo que si se sabe, tras su victoria en las primarias de Indiana, es que Donald Trump será el republicano. Es un personaje vehemente en sus declaraciones, sin pelos en la lengua, con unas ideas que le han granjeado numerosos detractores, pero que parece que han calado entre los republicanos. Muchos se han puesto a temblar. Los científicos no son una excepción. Según el último informe de la National Science Foundation, de 2015, en tan sólo una década el número de científicos o ingenieros inmigrantes pasó de 3,4 a 5,2 millones. A este número también habría que añadir los cientos de miles de estudiantes extranjeros que van a estudiar a las universidades estadounidenses. Por ejemplo, Trump ya ha prometido que si es elegido presidente no dejará entrar al país a ciudadanos musulmanes. La postura del multimillonario sobre la inmigración puede tener una repercusión directa sobre el colectivo de los científicos que trabajan en Estados Unidos.  También es un decidido defensor de la teoría promovida por Andrew Wakefield que relaciona el uso de vacunas con el autismo. Poco le importa al candidato republicano que se haya demostrado que aquel era un estudio fraudulento. O que había intereses por parte de Wakefield, que estaba desarrollando una vacuna propia y que pretendía desacreditar a las que ya existían. Los antivacunas se frotan las manos. En un país donde los rebrotes de enfermedades como el sarampión se suceden día tras día, la postura de Trump puede suponer un retroceso de décadas en la erradicación de enfermedades. El cambio climático tampoco sale muy bien parado. Trump no lo considera una amenaza real y cree que es un concepto creado por los chinos para reducir la competitividad de la industria americana. El republicano no se cansa de pedir que le presenten pruebas que lo demuestren. No le debe de valer que exista un consenso del 90% de los estudios que demuestran con certeza el cambio climático. Cuando tienes una bonita conspiración ¿para que vas a dejar que te la arruine la realidad? Las posturas de Trump pueden parecer preocupantes, pero a su favor hay que reconocer que si el candidato hubiera sido Ted Cruz, Jeb Bush o Marco Rubio, tampoco habría habido muchas diferencias. Veremos que pasa con los demócratas.
 

TRUMP Y LA CIENCIA

Te puede interesar