No sigas la cadena

Ua semana pasada, las imágenes de una brutal en Algeciras a una mujer para robarle su bolso nos sobrecogieron. El supuesto autor fue identificado, pero logró escapar y estuvo desaparecido varios días. El pasado viernes, la Policía Nacional lograba dar con él y lo detuvo. Sin embargo, en ese lapso que pasó, dio tiempo a que se gestionara un bulo que podría haberle arruinado la vida a una persona que nada tenía que ver con el asunto.
A través de las redes sociales empezó a difundirse la imagen de un joven al que se le acusaba de haber sido el autor de la agresión y se solicitaba que se difundiera para ayudar a dar con él. Sin embargo, la imagen no se correspondía con el supuesto autor y hasta la propia Policía Nacional desde su cuenta de Twitter tuvo que pedir que dejara de divulgarse el bulo, aunque para entonces el daño ya estaba hecho.
No es este el primero ni mucho menos de estos bulos y sus consecuencias a veces pueden resultar fatales. Como el caso de una mujer que en 2014 fue asesinada a pedradas en Sao Paulo en Brasil al propagarse que ella era quien se correspondía con el retrato robot de una secuestradora de niños.
Los datos nos dicen que un 44 por ciento de nosotros recibe entre 1 y 5 bulos al día a través de las redes sociales. Y que un 31 por ciento de las personas les da credibilidad. Aunque no nos engañemos. Ya antes de Internet existían y si no que se lo cuenten a Miguel Bosé que en 1992 tuvo que salir al paso de un bulo que afirmaba que había muerto por causa del VIH. Eso sí, la red de redes ha ayudado y mucho a conseguir que la propagación de estos bulos se haya vuelto viral en tiempos récord.
Antes de compartir cualquier cosa, conviene comprobar su veracidad. Para eso disponemos de herramientas como las propias redes sociales, las mismas armas del bulo pueden ser usadas en su contra. Así, no está de más que ante cualquier cosa que nos llegue nos molestemos un poco en comprobar unas pequeñas cuestiones. Nunca compartir capturas de pantalla, que pueden ser fácilmente manipulables, contrastar quien es el autor del mensaje o ir a los perfiles oficiales de los organismos como la Policía, Guardia Civil o servicios de emergencia pueden ser algunos consejos fáciles de seguir. Y una última recomendación. Si el mensaje termina insistiendo en la necesidad de seguir la cadena, con casi absoluta seguridad se tratará de un bulo.
 

No sigas la cadena

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