El coste de no vacunarse

En Oregón en Estados Unidos unos padres se negaron a que su hijo fuera vacunado contra el tétanos. A pesar de que se les explicó que la vacuna era segura y los riesgos de no hacerlo, optaron por no vacunar a su hijo. Posteriormente, en el año 2017 ese mismo niño sufrió un rasguño al que no le dieron mucha importancia. Una sema después este comenzó a llorar, a apretar la mandíbula y a sufrir espasmos musculares. Fue necesario recurrir a un helicóptero de emergencia para trasladar al pequeño al hospital, donde pasó dos meses en cuidados intensivos. Todo esto supuso un gasto de más de 800.000 dólares.

En 2019 cinco doctores expusieron en una publicación científica este caso, generando un gran debate nuevamente sobre los riesgos de los discursos de los antivacunas, un grupo que todavía es minoritario en España pero que en países como Estados Unidos ya ha alcanzado un gran tamaño convirtiéndose en un verdadero problema de salud pública.

Uno de los argumentos que usan muchas veces estos padres antivacunas es que sus hijos son suyos y ellos son los únicos que pueden decidir sobre este asunto. Un argumento que puede parecer cargado de lógica pero que no es más que una falacia. Primero, porque los hijos no son una propiedad sobre la que un padre o madre pueda decidir, ya que tienen unos derechos que deben prevalecer sobre cuestiones ideológicas. Segundo, porque esta decisión particular no tiene una incidencia únicamente en el ámbito privado. La bajada en las tasas de vacunación supone que los virus puedan circular más fácilmente y llegar a individuos cuyos sistemas inmunitarios están debilitados y ocasionar su muerte como ya ha pasado con el sarampión.

Y luego está que esta decisión de no vacunar acaba teniendo un impacto en el sistema sanitario. En nuestro país la sanidad pública es algo que pagamos entre todos. Una vacuna contra la difteria, el tétanos y la tosferina cuesta menos de 15 euros. Comparemos esto con el coste explicado del caso del niño de Oregón. Para que luego los antivacunas argumenten que es todo un negocio de las farmacéuticas, cuando está claro que a estas compañías les resultaría mucho más beneficioso que todos estuviéramos expuestos al tétanos a la vista de este ejemplo. Un ejemplo de como muchos de sus argumentos no tienen base y se trata más veces de una cuestión de fe, casi como de una religión. Y contra eso es difícil razonar.

El coste de no vacunarse

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