Cara y cruz del Acuerdo de París

Durante su campaña electoral fue una de sus promesas. Donald Trump había avisado que una de sus primeras medidas sería salirse del Acuerdo de París en cuanto fuera presidente. 
Aunque una vez en el cargo había dejado cierto margen para la esperanza, asegurando que lo revisaría para ver si podía encajar con sus políticas, al final lo inevitable se cumplió. 
Pero por más que fuera previsible, no deja también de ser decepcionante. Ante un problema global, que afecta a todo el planeta, ha terminado triunfando un discurso localista y con una visión a corto plazo, que puede tener unas consecuencias terribles para todos. 
Y es que, a pesar de empeñarse en plantear una supuesta controversia, los datos científicos son inequívocos: no hay ninguna duda sobre el calentamiento global ni de que su causa sea la concentración de gases de efecto invernadero.
Estados Unidos es el segundo mayor emisor de este tipo de gases de todo el mundo. En el Acuerdo de París, el anterior presidente Barack Obama se había comprometido a reducir en un 28% la emisión de estos gases antes del año 2025. Un compromiso que Trump llegó a calificar de draconiano y que intentó renegociar sin éxito, quejándose de que las condiciones para China y la India no eran tan duras. 
Una de las razones que no se ha cansado de esgrimir el presidente republicano para justificar su decisión es la de conservar puestos de trabajo en su país y el contratiempo económico que el Acuerdo de París supondría para el desarrollo nacional. 
Es cierto que más de un millón de trabajadores depende de forma directa de la industria de la energía a partir de combustibles fósiles. 
Pero no lo es menos que más de 900.000 lo hacen en el sector de las energías renovables. Un sector que estaba teniendo en los últimos años un crecimiento muy importante: más de un 32% en la industria eólica y más de un 25% en la solar. Ahora este sector se verá seriamente afectado, perdiendo competitividad en el marco de la economía global.
Aunque no todo han sido noticias negativas. China y la India, junto con Europa, han reafirmado su compromiso con el texto de París. 
Una buena noticia, sobre todo en el caso del gigante chino, que en las últimas cumbres sobre el cambio climático mostraba una actitud demasiado complaciente. 
Parece que ahora se están tomando más en serio los problemas del calentamiento global y eso siempre es una buena noticia.
 

Cara y cruz del Acuerdo de París

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