Año nuevo, vida nueva

Pasados los excesos de las fiestas navideñas, muchos son los que se plantean el nuevo año cargados de buenos propósitos. Y la mayoría de estos están relacionados con la salud de una u otra forma. Es cuando toca apuntarse al gimnasio, empezar a dejar de fumar y mejorar la alimentación. Pero ojo, que no vale todo a la hora de cumplir con nuestros objetivos. El marketing alimentario al que somos sometidos ha inculcado toda una serie de mitos sobre la nutrición que pueden terminar siendo perjudiciales. Y es que a veces lo que se piensa que son hábitos saludables no lo son tanto. Está muy extendida la creencia de que el consumo de calcio es importante para nuestra salud. La industria de los lácteos se han encargado de reforzar el mensaje que un mayor consumo de calcio supone unos huesos más fuertes. Sin embargo, esto no acaba de estar del todo claro. Según dos revisiones publicadas en el British Medical Journal, ni aumentar su ingesta previene las fracturas ni los suplementos son útiles para la remineralización del hueso. Pero al llegar al estante del supermercado nos encontramos con toda una retahíla de productos que se anuncian enriquecidos de calcio, cuando la Fundación Española de la Nutrición indica que tomamos ya el suficiente. Hay poca evidencia científica y muchos intereses económicos detrás de todas estas campañas. Tampoco es bueno pasarse al extremo contrario de huir de todo aquello que está procesado. Un producto completamente natural no implica que no tenga efectos adversos. Así que hay que ir con cuidado con todas esas dietas milagrosas que nos hacen creer en sus maravillosas cualidades sólo con el aval de tomar productos naturales. El 86% de la población española cree que comer mucha fruta es bueno para la salud, según el Índice de Conocimiento de Salud y Bienestar elaborado por Cigna. Aunque es cierto que la fruta es saludable, también lo es que su abuso puede llevar a la diabetes y la obesidad por el alto índice de azúcares que aporta. Lo mismo se puede decir de los frutos secos, el aceite de oliva o la miel. Por muy saludable, ecológico o nutritivo que sea un alimento, los excesos nunca son buenos. ¿Y qué nos queda entonces? Pues ponernos en manos de los expertos en nutrición. Pero expertos de verdad, no cualquier gurú con vagas promesas basadas en ancestrales conocimientos. Con la salud mejor no jugar.
 

Año nuevo, vida nueva

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