Adiós, maestro

Este pasado sábado nos sacudía la noticia de la muerte de Jorge Wagensberg. A los 69 años fallecía en su domicilio particular de Barcelona una de los pioneros y referentes de la divulgación científica en nuestro país. 
Él fue quien se encargó de coger en 1991 el Museo de la Ciencia de Barcelona y transformarlo en Cosmocaixa, dándole la vuelta como a un calcetín y redefiniendo el concepto de museo. Su trabajo al frente de la institución sirvió para que ahora sea considerado como uno de los mejores museos de Europa de divulgación científica. 
Doctor en Física, poeta por vocación, la multidisciplinariedad ha sido siempre una de sus señas de identidad. Con más de treinta libros a sus espaldas, Wagensberg se atrevió a hablar de todo. Desde termodinámica a filosofía, pasando por microbiología o paleontología. De fondo, sin embargo, había siempre una misma preocupación: divulgar. Porque de nada sirve la ciencia si se queda en un cajón. Hay que sacarla, lucirla, pasearla y lograr que todos la puedan entender. Solo así se logrará darle el valor que realmente merece. 
Y esto tuvo el valor añadido de comprenderlo en un momento en el que a nadie le preocupaba la divulgación científica, que se consideraba como una pérdida del valioso tiempo que los científicos debían dedicar a fines más provechosos como la investigación. 
Hoy en día el panorama es muy diferente, y el trabajo de divulgación ha logrado ir haciéndose un hueco en esas apretadas agendas. Sin duda, el trabajo llevado a cabo por Wagensberg tiene buena parte de culpa en esto, logrando despertar vocaciones divulgadoras allá por donde pasaba.
En 2014 asumía un nuevo reto en su carrera: la dirección museológica del futuro Museo del Hermitage que la pinacoteca rusa estudia abrir en Barcelona. 
Quizás su pasión por fusionar el arte y la ciencia estuvo detrás de aceptar este reto, que ahora queda huérfano, pero seguramente muy bien encaminado gracias a su trabajo incansable. 
Muchos son los que han lamentado esta gran pérdida. Pero quizás en momentos como este viene mejor que nunca recordar uno de sus más famosos aforismos: La muerte es la más sorprendente de las noticias previsibles. 
El mundo de la divulgación queda triste tras la partida de este intelectual multifacético, pero agradecido por todo lo que ha dejado tras de sí. Sit tibi terra levis.
 

Adiós, maestro

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