LA TRAMOYA

Hoy toca tendenciosidad, en el exclusivo significado de la RAE,  y también algo de presunto prejuicio. Mas siempre será mejor compartir que callar. Hay dos Iglesias, por lo menos: una, la “despompada”, la que nutre organizaciones como Caritas, la de los miles de voluntarios, monjas y sacerdotes que circulan por esos mundos de Dios; la que está al lado de los desfavorecidos y los que más sufren.
Otra, la de la pompa y oropel, siempre al lado de dictadores y de esa clase, “los de arriba” como se dice ahora, que politiquea, no gobierna para todos y a esos todos roba siempre de mil maneras, hoy a golpe de BOE. La misma Iglesia que tanto sufrimiento infringió en siglos pasados y aún más recientemente, metida a labores de Educación, llevando a la práctica lo que Goya reflejó en su lienzo “Escena de escuela”.
Ver a esta Iglesia, que no a la primera y ante la que procede cuadrarse en plan marcial, otra vez empoderada al calor del discurso cercano y exento de lujos y boatos del actual Papa y ver ministras vitorear a la Virgen y a ministros imponerles medallas, desasosiega. ¿Acaso vuelve por sus fueros?
 Hay que saludar el aluvión turístico que atrajo la eficaz promoción institucional de la Semana Santa ferrolana y procede fomentarla; si hace falta, se emula a tiroleses, bávaros y demás  centroeuropeos, que visten el Miesbach y el Lederhosen en ocasiones y festejos y a las holandesas, quienes también lucen en algunas zonas del país el típico traje holandés y los zuecos; todo por estrictas razones de índole turística. Por lo tanto, si en Ferrol hay que ponerse la mantilla negra por el bien de la industria cultural y la turismología, ¡sea! Sevilla, Cádiz, Cartagena,… ¿no hacen folklore con las creencias?
Sin embargo, la cobertura mediática de la Semana Santa en toda España traslució  no tener detrás tan sugerentes fines para la economía, turísticos y culturales,  sino el retroceso en toda regla de una parte de la sociedad, que vuelve a hacer fuerte y poderosa a esa concreta clase de Iglesia. Preocupante.
Llamativa es para algunos la postura pública de la primera familia del Estado. No se recuerda por ejemplo, a los Reyes belgas, Fabiola y Balduino, profundamente creyentes, haciendo tanto acto público de fe. Siempre discretos.
Por el contrario, los españoles arropan con su presencia cuanto sarao religioso le ponen por delante, lo cual no debe ser incompatible con sus despendoles habituales.
¿No es para quedar boquiabiertos al saber que a la roja, laica y republicana según su tía, nudista y divorciada según los hechos divulgados por la prensa más aplicada y abortista según su primo del alma, es decir, lo normal de hoy en día, le ofrecen ser Camarera de la Vírgen y ésta va y acepta?
Camarera ya de una decena de Vírgenes. “Vio la luz”, parece que dijo; puro teatro, es lo que en realidad parece.
Pan y circo, tan propio de la naturaleza humana, que a veces derivó en sacrificios de sus congéneres a instancias de esta Iglesia romana que, siglos después, aún pugna por dominar el orden político.
Si España es un Estado aconfesional, según se establece en el artículo 16.3 de la Constitución española  y aún por mucho que el Tribunal Constitucional declare su laicidad positiva en el sentido de que al Estado compete “tutelar el derecho fundamental a la libertad religiosa, promocionarlo  y fomentarlo” (el derecho) ¿a qué viene semejante despliegue público patrocinador de la Iglesia más rancia, inquisidora y borjiana hasta que llegó un Papa como parece que Dios mandaba ab initio pero de cuyo perfil tanto se separó esa Iglesia oficial y vaticana?  
Encima, es que es ahora la generación que ha crecido con el Crucifijo en el aula y que más presume de peloteo clerical y misa dominical, la que ha descollado como la más corrupta de la historia de España y ahí sigue, atracando  con el BOE dando, mientras crece el fervor popular por las manifestaciones religiosas que ellos mismos auspician; tan inexplicable como las elecciones andaluzas tras treinta años de estafa y despojo de futuro.
Mas volviendo a Ferrol y vistos los beneficios económicos obtenidos, por el bien del empleo aunque sea el estacional y su multiplicación, si hay que colaborar, se colabora: ¡Viva la Virgen de Chamorro!  ¡Viva la Semana  Santa ferrolana!  El próximo año, todos con peineta y mantilla negra por doquier. Que no decaiga. ¡Será por fe! Qué tramoya, Dios mío, qué tramoya.

 

LA TRAMOYA

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