Al tiempo

Cuando Rajoy dijo “Esto se acabó y aquí ya no se pasa por ninguna”, creyéndolo me dije “A buenas horas, mangas verd”, no llegando a concluir la frase pues a continuación Rita Barberá era colocada en la Diputación Permanente para preservarla aforada. “Si no me apoyas, tiro de la manta”, dijo, dejando la frase de Rajoy vacía de contenido.
Días después, la exministra de Cultura, la socialista Carmen Calvo, en un programa de Évole apelaba a que “deben de ser los partidos quienes depuren sus filas para que el trabajo de los no corruptos no se pierda por culpa de los corruptos”. Tarde piou porque de haber actuado así cuando procedía, depurando a corruptos, a mediocres, maniobreros y puertagiradores con los que no han dejado de bailar y salir en la foto, su partido no vendría hundiéndose hace años hasta llegar a la situación actual en la que, tras claudicar Sánchez ante las razonables exigencias de Rivera, quedándole al barco sólo la punta de proa fuera del agua, eufórico reclama al camarero champán.
¡Y cómo no! ¿Con cuánto tiempo de haber ejercido el cargo un expresidente de Gobierno disfruta de pensión vitalicia más la correspondiente al Consejo de Estado si entra en él? Compatible con la percepción de otros ingresos, no parece que sea este privilegio uno a erradicar a pesar de lo que ahora gorgorean sin parar, queriendo aparentar una intención que ya se verá y que, con un par, sobrellevarán en flagrante contraposición con el derecho hurtado a los españoles en el caso, por ejemplo, de los derechos de autor. 
Estos días salía a la palestra el caso de un traductor jubilado sancionado (con más de 70.000 euros) por compaginar la pensión de jubilación con la escritura y el cobro de derechos de autor. Si cobra la pensión será porque cotizó toda su vida laboral; es un derecho. Si sigue trabajando, como se viene alentando desde el Gobierno, y aportando a la sociedad, tendrá derecho a cobrar su pensión más lo que obtenga por su trabajo posterior y en todo caso tributará y de forma progresiva en el IRPF por lo que obtenga por ese trabajo ¿no? Pues no; ha de devolver las pensiones indebidamente cobradas. Como los expresidentes, vaya.
El pacto firmado que tanta alegría da a Pedro, mediando escribanos del PSOE, expertos en escribir mucho, no decir nada y comprometer cero, será un papel mojado pero a él ya le habrá tocado la Primitiva si consigue pisar mármol investido. 
Tarde reaccionaron PP y PSOE, para quien les quiera creer su teatralización, porque mientras no desaparezcan caras asociadas ad aeternam con la cara dura, demostrarán nula intención de regenerar nada como pone de manifiesto alegar que ser imputado ya es  suficiente impedimento para ser candidato. No es serio; parece una reserva para, dentro de casa, poder cargarse al enemigo. Al imputado, mientras no se pruebe su culpabilidad, le asiste la presunción de inocencia durante todo el procedimiento, que podrá acabar con acusación o no. Entonces, ¿a qué viene? Recordar el caso de Rey Varela y las escuchas telefónicas; no era su voz, no era Josma, pero la imputación pasó factura en un país donde imputar y levantar falso testimonio es deporte nacional y gratuíto.
Puestos a limpiar podrían empezar por el régimen local: reformar o legislar exnovo para que un alcalde, fundamentándolo, pueda destituir de sus funciones y enviarles el sueldo a casa a una plantilla de funcionarios que no funciona, igual tan sólo por haber quedado obsoletos en conocimientos y no haya manera de reciclarlos; no digo yo que todo sea por vaguería, mala leche o el sindicato. Pero es que el caso de Ferrol es paradigmático y da para un Salvados hablando del sistema de acceso a la Función Pública en España (en países norteuropeos son simples empleados con rendimiento acreditado y exigible por contrato hasta en el cuerpo consular).
Urbanismo se lleva todos los premios: lentitud extrema tramitando y tocando las narices ininterumpidamente: ahora un papel, después otro; ahora falta esto, ahora esto otro; haciendo perder tiempo hasta lograr el desistimiento del interesado y que se marche. No es falta de personal; hay falta de organización en la oficina y de interés en funcionar. Ni de broma obtendría un certificado ISO de calidad en el servicio. 
Mas ¿a quién interesan estas afrentas cuando ya el hambre ha decidido formar gobierno con las ganas de comer? Vejaciones como las planteadas seguirán intactas sin que haya pacto de investidura que las aborde. Y si no, al tiempo.

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