Teatro, puro teatro

Los españoles, en general, somos proclives a teatralizar y dar golpes de efecto. Por ejemplo, cuando a la Lola de España le pillaron su fraude a la Hacienda pública, pasearon su cabeza en bandeja de plata para que la parte española de Iberia tomase buena nota de lo que le pasaría a quien defraudase. La Flores, con un par y vía TVE, se encargó de proponer que cada español le donase una pesetita para, con ese nimio gesto solidario, pudiese ella, vaya morro, hacer frente a la millonaria sanción. 
Siempre se dijo que había caído con el paquete por ser quien era puesto que lo suyo era una miaja dentro del cajón de grandes defraudadores, pero como tenía impacto mediático ya en aquel entonces…pinzó y los grandes estafadores siguieron a buen cubierto.
Muchos años después otra cabeza de turco lo fue Íñigo Errejón, al descubrírsele que estando ya dedicado full time a la política y residiendo en Madrid, seguía administrativamente vinculado a su Universidad por un contrato o beca de investigación. Siendo pura calderilla en el panorama, resultaba patético ver a directores de medios informativos que peinan canas  en las televisiones, haciendo el indio con este caso coadyuvando, mientras, al saqueo-hundimiento del país, que seguía creciendo en corrupción como si de una república bananera se tratase.
Cuando, en el momento actual, explosionaron varios casos latentes, se pudo comprobar que no quedaba estamento incólume: partidos políticos, sindicatos, la propia Iglesia, autónomos, afamados deportistas, líderes empresariales, presidentes autonómicos y hasta la Casa Real; todos pringados, dando origen al famoso slogan del 15-M (“casualmente” fecha de publicación de las Encíclicas): “No hay para tanto chorizo”. Porque aquellos simples golpes de efecto de cara a la galería (o para engaño de crédulos e inocentes) no buscaban erradicar las prácticas sino tan sólo disimular para que todo siguiese igual; al fin y al cabo, la mamandurria y los excesos ya existían también en el Medievo: qué es sino el derecho de pernada, por ejemplo.
Lo cierto es que mientras los Pujol siguen a lo suyo y salen de paseo sin que nadie les tire huevos, que para eso ya papá Pujol advirtió muy severamente que caerían hojas y ramas como alguien osase menear el árbol…, para contrarrestar tiran de otro caso mediático y en esta ocasión es la Pantoja y su Kachuli los que entran en prisión. 
Ni a las folklóricas ni a los futbolistas señalados les pasó factura el incidente con la Hacienda pública: siguen llenando auditorios y estadios con su público habitual, entregado. Por lo tanto, cuando el economista, profesor de la Universidad de Vigo y analista colaborador de prensa Albino Prada, se sorprende de que la Sentencia de Tribunal de Justicia europeo, obligando a devolver, con carácter retroactivo, lo trincado a través de las Cláusulas Suelo, no provoque concentraciones y manifestaciones populares festivas para celebrarlo, hay que recordarle que los llenazos de esos auditorios y estadios lo están precisamente por las mismas personas que son víctimas de las mencionadas “lluvias doradas”. ¿Perdón, indolencia, ignorancia?
La empresa española más mundialmente conocida por su modelo de vertiginoso crecimiento y ultrarrápida expansión internacional,  prospera y no deja de hacerlo gracias a haber dado con la piedra filosofal: crecer en negocio al tiempo que también crea adicción compulsiva por adquirir el último modelo, diseño a bajo precio,  colocado en tienda. De un día para otro, cuando no se cambia una pinza aquí, se pone un frunce allí o le cambian los botones de sitio y ¡voilá!, nuevo look habemus, incitando y excitando a ser comprado para estar a la última y porque es barato. Total… casi mejor que lavar, tirar…, pensarán algunas Marilómonteros.
No se varían los diseños en función de la demanda, no; se crea directamente la demanda, que no es lo mismo, al mismo ritmo frenético que crece el parque inmobiliario de la compañía. Instalar una nueva tienda en los bajos cierra el círculo contable derivado del desembolso reinversor en un negocio que no deja de potenciar el consumismo puro y duro, comprando camiseta todos los días y como el patronaje no varía, la talla es la misma y no hay nada que probar, te lo compras on line. 
La cuadratura del círculo ultracapitalista, disimulada vía donativos a la ONG que potencia todo lo contrario: “Vive sencillamente para que, sencillamente, otros puedan vivir”.
Como dice la canción, teatro, puro teatro.
 

Teatro, puro teatro

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