¡Quieto todo el mundo!

El Código Penal castigará con hasta un año de cárcel enviar tuits que inciten a alterar el orden público, introduciendo un nuevo artículo que contempla un nuevo delito”. Pues habrá que  aprovechar antes de que sea demasiado tarde, si bien motivos hay para considerar que si alguien incita a alterar el orden público es precisamente este gobierno en general y sus ministros, en particular, con sus disposiciones; incitan diariamente a volverse un ventilador de tortas.
Arraigada está la sospecha de que el Estado roba y que lo hace a sabiendas; quien esto afirma, yo, tiene experiencia personal con la Hacienda del Estado y con la Tesorería de la Diputación; pequeñas cantidades a través de liquidaciones mal hechas, repetidas, fundamentando en normativa ininteligible sus resoluciones, comunicadas a través de notificaciones rollentas.  En la misma línea, lo escondido bajo de los recibos de la luz, por muy ajustados que sean a las leyes que los amparan. Textos sin pies ni cabeza elaborados por ignorantes en la materia cuyo único objetivo es ocultar bajo sus galimatías el disparatado precio en España de la energía eléctrica, sus aumentos y los escandalosos beneficios de las compañías eléctricas, esas que tienen entre sus retribuidos con abultados sueldos a quienes legislaron a favor de permitirles tamaño latrocinio; recordémosles: Felipe González, Carlos Solchaga, Elena Salgado, Aznar,... y tras ellos un reguero de amigos y parientes bien colocados hoy en esas empresas. Ladrones e incompetentes permitieron que el sistema eléctrico haya llegado a tener hoy el doble de la potencia necesaria y que seamos ahora lo que queda de la clase media y la baja, quienes paguemos sus ¿errores?  Similar al affaire de la banca.
Junto a estos robos ladinos, hoy el Estado, gobernado por el PP y auxiliado por el circo parlamentario, atraca sin paliativos aunque sustituyendo el “a mano armada” por el BOE, para seguir saciando su voraz necesidad financiera aún a costa de matar a la gallina de los huevos de oro, el pueblo español, generadora del objeto del botín. Hay quien dice que este gobierno nos retrotrae a épocas pre-democráticas; otros dicen que al 39. Y otros nos vemos en la España del siglo XVII, reflejada en la serie de aventuras “Águila Roja”: prepotencia bravucona por quien ostenta el poder pisoteando a un pueblo cada vez más “legalmente” desposeído. Es la variante, que ahora la usura del Estado es revestida de legalidad por los mismos que la ejercen. Cuando Alfonso Guerra dijo aquello de que Montesquieu había muerto, debía de haber dicho “nos lo hemos cargado”.
Y mientras estos reyezuelos  nos obligan a apretar el cinturón, ¿qué hacen ellos? Ya nos lo han hecho saber: proteger sus prebendas y privilegios, hacer mal uso del dinero público y sin ningún rubor aumentarse el sueldo y legislar a favor de y al dictado. ¿Y qué hacemos nosotros? Quedarnos en estado catatónico. Por suerte tampoco se oye “ruido de sables”, como se decía en otro tiempo, porque bien que se encargaron “los políticos” de blindar todo a su favor. Lo que parecía un congraciarse con la Fuerzas Armadas, unificando categorías y salarios, tenía el trasfondo ya desde tiempos de Narcís Serra, de llevar a cabo una selección de mandos adictos debidamente engra$ado$ para ejecutar las órdenes ministeriales que a los primeros interesaba. Los propios compañeros no daban crédito a los nombramientos publicados en el BOE, firmados por el alto mando militar.
¿Cabe la posibilidad de que la penuria que está soportando la ciudadanía la haga salir a la calle y logre descabalgar a esta casta que muchos califican como impresentable? Bajo el lema “O nosso problema nao é a desobediência civil; a obediência civil é o nosso problema” tendrá lugar una manifestación nacional en Braga el próximo 26 de octubre. A ver allí, porque leyendo los artículos del profesor Rodríguez-Arana, con los que no puedo estar más de acuerdo y en la misma línea se pronuncia el denostado Mario Conde, no veo manera de llevar aquí a la práctica con eficacia y eficiencia lo que dice en ellos sin una cabeza gestora y una especie de cordón de seguridad conteniendo la que se podría liar. Aunque ya en prevención de todo ello sacarán la mencionada reforma del Código Penal: ¡Quieto todo el mundo!

 

¡Quieto todo el mundo!

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