Hipócritas

A los políticos les viene bien cualquier excusa que les permita evadirse de los asuntos peliagudos de los que esperamos su respuesta, elevando con ayuda de los medios informativos a categoría de titular cualquier chuminada sirviéndoles a ambos el truco para darnos la matraca. Estar en misa y repicando y pasar el tiempo más ocupados en la foto que en el trabajo trae como consecuencia que revaliden sus cargos en base a discursos demagógicos elaborados a partir de consignas y chuletas preparadas por otros mientras en asuntos como el de la luz, por ejemplo, nos siguen engañando eléctricas y gobierno. Si Valenciano vio más eficaz aferrarse a la frase machista de Cañete, ¿tan brillantes fueron su gestión al frente del Ministerio y su paso por la CE que Elena no encontró mejor recurso contra él que utilizar esa parida toda la campaña o es que va a ser que sí, que no hay más que verbo fácil?
Aún sirve como clavo ardiendo al que agarrarse, tanto políticos como periodistas, la desafortunada frase de Rosa Díez, “gallego en el peor sentido de la palabra”, con la que no pocos gallegos se sintieron ofendidos, desterrando para siempre de su intención de voto al partido político que más caña y bien atizada ha dado en el Parlamento y ante la Fiscalía, enfrentándose a los estafadores de NCG o Bankia, como si fuese más importante la parida de Rosa que sentar en el banquillo a quienes quiebran el país por no quebrar la banca.
La semana pasada estuvo en Ferrol la diputada Irene Lozano y la nula expectativa que su presencia levantó sólo cabe achacarla a la frase que leí por ahí: “la ignorancia de las masas es la principal fuerza de los gobiernos”. Por otra parte, todos los pueblos con características reseñables tienen su “peor sentido...”: la tacañería en el caso catalán, la holgazanería en el andaluz, la zorrería de no dar a saber si subes o bajas en el caso gallego, por no aludir a la fina sátira con la que fue tratado en “Ocho apellidos vascos” lo vasco en el peor sentido; la película más taquillera de los últimos años y que hasta los propios vascos disfrutan con regocijo. Como debe ser cuando uno se conoce a sí mismo. Reírse y desdramatizar, lejos de sentirse ofendidos.
Más delicado es el asunto del alcalde de Sestao, que llamó “mierda” a la delincuencia que nos llega de fuera y cuyas explicaciones fueron aceptadas por aquellos colectivos de inmigrantes que podrían haberse dado por aludidos mientras políticos y tertulianos siguen erre que erre, haciendo fuego donde no hay leña y, en cualquier caso, el problema real y no resuelto es otro, que no nuevo pues ya en 2001 Marta Ferrusola, mujer de Jordi Pujol, expresó en un acto público su preocupación por el “alud de la inmigración” y cuyas acusaciones sobre aquellos que intentan imponer su religión y sus costumbres, lejos de practicar el “donde fueres haz lo que vieres”, levantaron gran polémica hasta que Pujol y su conseller en Cap, Artur Mas, terciaron afirmando que “la gran mayoría de ciudadanos piensa como Marta Ferrusola”.
De la frase, sacada de contexto, tenemos sobrado conocimiento; en cambio, nada sabemos de cómo anda ese alcalde de gastos sociales, si lucha o no contra los recortes o si deja todo en manos de la caridad de los particulares, lo que arrojaría más luz sobre el verdadero significado de sus palabras. No; unos y otros se quedan en la anécdota que, por condenable que sea, por sí misma no dice lo que políticos y  medios afirman en un ejercicio de manipulación e hipocresía. En cambio nadie informa qué impide a la Xunta, que aprobó un plan de empleo que financia el 100% la cuota de la Seguridad Social por un año, emular a países como Inglaterra que tras emprenderte y hasta que no generes 40.000 euros de beneficio no pagas ni un euro. Los emprendedores prefieren arriesgarse sin percibir subvenciones y que no les hagan pagar por lo que aún no han generado porque actividad económica la genera ese que defrauda con paraísos fiscales interpuestos en una ingeniería financiera permitida por los gobiernos; no aquel que cuelga un cartel que pone “hago proyectos” y al que aún no le entró en el despacho ni el primer despistado.
Es en cuestiones así dónde nos la jugamos y no en desafortunadas paridas que por no atender lo primordial, cada vez son más compartidas.

 

Hipócritas

Te puede interesar