GRAN FAZAÑA DOS NOSOS GOBERNOS

Tras los cien mil incendios forestales de Galicia este verano, “Medio Rural no descarta que los fuegos tengan intencionalidad política”. Sí, por supuesto y es mejor que así sea porque, descartado que la Ley permita recalificar esos terrenos, si obedeciese a la proliferación de nerones descerebrados, el problema, psiquiátrico, no habría Dios que lo resolviera. 
El secretario xeral de Medio Rural e Montes afirmó “que ni el viento ni el calor provocan incendios”, recordándome lo que leí del colaborador de Diario de Ferrol, Henrique Dacosta, en su estupendo artículo sobre su viaje a una parte de Alemania y la Selva Negra; por cierto, idéntico viaje con idénticas impresiones a otro realizado por mí hace unos doce años. 
Dice Dacosta:  “No mediodía alemán e Alsacia, a temperatura non baixou ningún día dos 30º, e até 40º houbo en Nürnberg e outras partes do Rin. Leva así parte de Xullo e todo Agosto, e non saben o que é arder a masa forestal, porque é industria e sábena coidar” Y prosigue: “Salta á vista a verdadeira desgraza do minifundismo en Galicia”. ¡Amigo, ahí es ná! Añeja e innegable realidad, inabordable para lo totalidad de los dirigentes gallegos, de todo signo y sigla, por muchas declaraciones de principios e intenciones de poner en marcha sociedades forestales y demás; desde que Beiras escribió “O atraso económico de Galicia”, aquí no ha mejorado gran cosa nada.
En 2006 servidora, que no es experta ni ha sido conselleira, diputada, directora generala ni concejala, escribió que “por un lado, la reducción del riesgo de incendio favorece que la partida de gastos anuales en concepto de prevención y defensa contra ellos disminuya, lo cual es bueno para las arcas públicas pero no para la trama urdida en despachos oficiales favoreciendo a empresas amigas creadas ad hoc, que se verían en la necesidad de reconvertirse o desaparecer; por otro, hay una industria, fundamentalmente fábricas de tableros y papeleras, que reacciona de forma negativa ante la idea de promover el uso energético de la biomasa forestal porque teme que en el futuro pueda ser más rentable utilizarla para generar energía que para elaborar sus productos y que el propietario del monte opte por este incipiente mercado energético, relegando a sus clientes tradicionales, que han sido y son –con ayuda del poder político– responsables de la caída de los precios y, por consiguiente, de la pérdida del valor del monte, del empobrecimiento del propietario y de que perdure el atraso en la nación de Breogán mientras ellos van de prohombres de Galicia y sus empresas y entidades financieras, de gallegas”.
En un artículo publicado estos días también en este Diario, el portavoz popular en el Parlamento de Galicia culpa de los incendios al pirómano. Discrepo; yo culpo a los políticos/cas porque Galicia, contrariamente a lo que dice el autor, podría ser una potencia, entre otras, forestal, pero no lo es y precisamente por ello almacena semejante bomba ignífuga. Y porque de la falta de dignidad como gobernantes de Galicia se deriva: a) la paulatina despoblación del medio rural, b) la pervivencia ¡a estas alturas! del minifundismo gallego sin haber hecho nada provechoso para erradicarlo, c) el abandono del monte por no resultar rentable. 
Ence venía obteniendo pingües beneficios uniendo a sus ingresos por la celulosa lo obtenido produciendo renovable con los restos de maderas, serrines y cáscaras de los eucaliptos, etc; beneficios que ahora no tiene por la bajada de las primas a la producción eléctrica con  la biomasa. Razón por la que aplica la misma medida y reduce el precio a quien le vende el eucalipto. Así, los montes dejan de ser rentables, no se limpian, no se planta y las consecuencias están bien a la vista: reducción de empleos de economía productiva y pasto de llamas.
No entiendo que se alardee de dispositivos contra incendios formados por 7.000 profesionales el lugar de disponer de brigadas de 7.000 profesionales limpiando, plantando y cuidando el monte. Yo me sentiría más orgullosa –sigo comentando el artículo aludido, de 14 de agosto- de ver el monte limpio y no quemado aún “bajo control” de esos 7.000 tíos. No disponer de políticos que mantengan Galicia como Henrique Dacosta describe los montes alemanes, mientras nos sobran los que se vanaglorian de disponer de hombres apagafuegos en lugar de políticas evitafuegos utilizando esos mismos hombres, lo que me produce es rabia, impotencia y vergüenza infinita.
 

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