Criticar por criticar

Que en el Tribunal de Cuentas, ese organismo que tiene como misión constitucional la fiscalización del sector público y el enjuiciamiento de la responsabilidad contable, acusado de nepotismo por estar lleno de esposas, hijas, sobrinas, amigas, queridas y los correspondientes “/os”, enchufadas/os por quien corresponda en cada caso, se haga “el trenecito”, es para nota.
Resulta que este organismo ha invertido una pasta en cámaras de vigilancia, de las empleadas para fines de seguridad pública, con el fin de detectar (y refrenar) las triquiñuelas utilizadas por algunos “servidores” públicos: que 3 o 4, según grueso, trabajadores se apretujen formando fila, para entrar y salir traspasando el torno de acceso al centro público, que sirve de control horario de los empleados, como si fueran uno sólo, utilizando así una única tarjeta de identificación, de esas con las que se controla el acceso a instalaciones pero también de permanencia en el centro de trabajo. En el centro, que no en el puesto; se ahí que las cámaras se dispongan no sólo en accesos, para controlar “el trenecito”, sino también por doquier para detectar si se deambula paseando por los pasillos o se visita frecuentemente los wc´s y cafetería puesto que salvo que haya un jefe de servicio que controle al personal, ya sabemos a lo que mayoritariamente somos proclives. Ojo; quedan excluidos de esta apreciación médicos, bomberos y personal profesional asimilado.
El Tribunal Constitucional ha avalado el uso de las cámaras en el puesto de trabajo, aún sin consentimiento del empleado. 
Por su  parte, el Tribunal de Cuentas aclara que se trata de un sistema integral de protección y seguridad física y que todo el personal es conocedor de la utilización de esas cámaras porque se dispusieron distintivos informativos en lugares visibles. Reconoce que “el personal actúa con profesionalidad en el cumplimiento de sus funciones y que esos sistemas van dirigidos a asegurar no sólo la presencia y control de incidencias del personal sino también su propia seguridad”. Bueno, bueno.
La mala organización y baja productividad de la administración pública española, duplicada en muchos casos, no es asunto nuevo. De hecho, salvo los casos excepcionales de  aquellos que, lejos de vaguear, sufren acoso y afrenta como los niños chapones lo soportan de los compañeros vagos y mediocres, suele uno inclinarse por esa oposición quien lo tiene claro y profesa toda una declaración de intenciones: vivir como dios, a ser posible sin dar palo. Hay quienes han llegado a ese Olimpo sin necesidad de oposición, merced contrato laboral. Da igual.
Luego sale el funcionario ofendido diciendo que el control de trabajo es efectivo a través de la organización del mismo. 
En efecto, pero siempre que la organización sindical la permita pues por todos en conocido que no suele estar por la labor y que por mucha tarea que haya que realizar y aunque esté la cosa bien organizada, si está en el ADN colectivo funcionar con la marcha corta el resultado no será como el del milagro alemán, de levantar una Alemania arrasada tras la II Guerra Mundial, ni como el balance de resultados de la multinacional Inditex, donde no necesitan vigilancia para optimizar el rendimiento laboral quienes saben que la oposición han de ganársela diariamente y dejarse de coñas, para ocupar el lugar que ocupa en el ranking mundial, levantando envidias y mosqueos a partes iguales.
Ahí está que el grupo Los Verdes de la eurocámara, en lugar de ocuparse de asuntos medioambientales, anden sospechando de las finanzas de Inditex. Esta sale en su autodefensa argumentando que “defiende su política de máxima responsabilidad fiscal en todos los países en los que está presente”. Claro que sí; lo que no dice  es que tiene a lo mejor del mundo mundial cuya función es precisamente encontrar agujeros y vacíos legales que permitan todo  encaje de bolillos para no pagar a ningún fisco ni un doblón de más. 
Si para adquirir un local en Gijón sale a cuenta hacerlo desde una oficina ad hoc radicada en Amsterdam, se hará y con lo ahorrado en la operación, se construirán guarderías que se cederán al sector público, se investigará, se implantarán ingenios que evitan accidentes marítimos y que los pesqueros vuelquen, evitando naufragios y muertes. 
Filantropía que, a su vez, desgravará y  permitirá seguir invirtiendo, donando, creando puestos de trabajo. ¿Y todos cuantos critican y buscan tres pies al gato, qué aportan a la sociedad? Criticar por criticar.
 

Criticar por criticar

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