Casi, casi, robotizados

En el marco del SAPE del campus universitario ferrolano tuvo lugar ahí atrás la inauguración de un curso de verano en cuyo transcurso intervino la Secretaria Xeral de Emprego, Doña Covadonga Toca Carús, para hablar sobre la capacidad de adaptación a las nuevas demandas de la industria 4.0. Bueno, quien habla de industria, habla de tecnología adaptada a todos los órdenes de la vida. Leyendo la noticia a palo seco no quedaba muy claro de quién es la capacidad de adaptación. ¿De la propia Universidad coruñesa en su conjunto? Hmmm… Veamos:
Hace mil años que en la Universidad de A Coruña, en adelante UDC, funciona la matrícula on-line a todos los efectos, tanto para el curso académico reglado como para un simple seminario de cualquier departamento. Si un documento no es rellenable, que ya es raro, al menos es descargable por lo que se imprime, se cubre, se escanea, se envía y ya está. Antes de la implantación tecnológica, cuando aún se funcionaba con los sobres de matrícula, al menos éste se podía recoger en conserjería, indistintamente en horario de mañana o tarde.
Pues bien; en esta misma UDC entre cuyas paredes se esparcían las palabras de la Secretaria Xeral aún hay espacio para la contradicción: el Centro de Lenguas y la Universidad Senior aún no se han adaptado a las nuevas tecnologías. En ambos casos ni es posible descargar los impresos a cubrir. Tampoco retirarlos en conserjería en horario a conveniencia. No; hay que ir por la mañana, sí o sí.
En algo supera el Centro de Lenguas a la Universidad Senior; el primero ya permite formalizar la matrícula abonándola mediante transferencia por internet y si el alumno ha cubierto bien el espacio destinado al efecto, con todos los datos identificativos del curso, ya no necesita hacer nada más puesto que el propio banco envía la notificación de la transferencia aportando los datos completos de la inscripción. La Senior, no; aún deben hacer cola en Abanca para pagar, que en la sucursal de Esteiro, Sr. Escotet, implica pasar toooooda la santa mañana. Después, aún deberán volver a secretaría a entregar el resguardo, en cuya copia los funcionarios estamparán el sello de caucho de toda la vida. Entregado; fin del vía crucis.
Se supone que la propia Universidad, más que nadie, ha de preparar a los ciudadanos para la sociedad del futuro, automatizada, robotizada. Ahora que “nos reunimos sin estar juntos, subimos a trenes sin conductor, nos hacemos con resúmenes de noticias elaborados por un software, la concesión de un crédito también la decide un software especializado, hablamos con teleoperadores sintéticos, ya no compramos entradas en taquillas presenciales y nosotros mismos podemos ser nuestros propios cajeros en la tienda”, ¿aún andamos así en la Senior y en el CDL de la UDC?
Con todo, esto de la UDC es una chuminada respecto de otra falta de adaptación a la realidad 4.0, 3 ó 2.0 de mucha mayor enjundia que, además de perjuicio para el ciudadano, deja en evidencia a un país que presume de estar a la vanguardia tecnológica. Vaya a una farmacia aquí mismo, por ejemplo, en Galicia, a por un medicamento que requiere receta y que no se vende sin ella ni pagándolo uno de su propio bolsillo; el especialista que lo receta o el médico de cabecera está, pongamos por caso, en Madrid. Bien, pues no lo obtendrá salvo que acuda a un centro sanitario por urgencias, espere sentado a que le atiendan, le crean la milonga que les cuente y, finalmente, le extiendan la imprescindible receta. Es decir, en este país no hay correspondencia informática entre administraciones más que para Hacienda y pagar multas.
Otro caso enervante: 28 años, enferma, requiere para preservar la vida revisiones cada equis tiempo. Desplazada por motivos de trabajo por su empresa fuera del país, para no perder la tarjeta sanitaria ha de ausentarse del puesto de trabajo de tanto en tanto varios días, meterse en el avión, chupar irremediables 15 horas de vuelo y presentarse en España cada tres meses. ¿Razón del yugo cuando hoy en día puede estar localizada a golpe de click? No se diferencia mucho del mecanismo de renovación de la demanda del Inem y el simple seguimiento de la evolución de la enfermedad podría realizarlo sin problema alguno en donde está temporalmente destinada. 
Ambos ejemplos hacen pensar en que hay humanísimo desinterés en ampliar y aplicar aquella capacidad de adaptación de la tecnología punto cero a este tipo de demanda. Un alivio conservar aún tics humanoides.

Casi, casi, robotizados

Te puede interesar