Cacas

De la Ordenanza Municipal de moda, la de Tenencia de Animales, unos piden su retirada por considerarla inaplicable y que solo persigue afán recaudatorio y otros, porque hay que multar menos y educar más, además de reclamar espacios para que las mascotas puedan corretear, etc…
Cuesta trabajo creer que el 95% de los amos perrunos ignoren que, por una elemental cuestión de higiene, hay que recoger los excrementos caninos;  basta con una simple bolsita y con el mismo gesto manual con el que uno embolsa una lechuga, recoger la caquita, cerrar la bolsa con un nudito y al contenedor. Que no estamos hablando de bostas de  vaca, ni hace falta aquel artilugio metálico que años ha regalaba el Concello junto con un paquete de bolsas verdes.  El hecho de no hacerlo responde a un acto de incivismo puro y duro.  ¿Dispensadores de bolsitas? No con mis impuestos.
Cada cual ha de responsabilizarse e igual que coge la correa para sacar a su Bobby de paseo ha de llevarse la bolsita; la misma en la que ha llevado del super a casa la lechuga y los tomates o de la farmacia el  medicamento y, de paso, reutiliza. Más que nada por una razón: que ni las bolsas ni el propio dispensador llegarían incólumes al segundo fin de semana.
Distinto asunto es el de la micción, sancionada si es contra fachadas y mobiliario urbano. Pero ¿cómo saber quién ha sido? ¿Se recurrirá a la colaboración ciudadana vía foto y denuncia? ¿Hay habilitada en la web municipal una sección para ello? Porque no hay guardia para tanto perro. ¿Los señores barrenderos? Además, ¿cuál es el orinal alternativo para el pobre perro? En Ferrol no hay ni un solo Pipicán; ni uno. Y no proliferan las calles arboladas, “humanizadas” que se dice ahora. En esto sí que el Concello empezó la casa por el tejado, como en el arreglo y ornato de calles suprimiendo aparcamientos sin haberlos alternativos que favorezcan el pequeño comercio del centro.
Por lo tanto, si por afán recaudatorio fuese, el Concello ya vendría poniéndose las botas desde hace tiempo pues norma sancionadora ya existía. ¿Qué le ha hecho permanecer al margen, contribuyendo a la suciedad generalizada menos allí dónde ahora los obedientes agentes de la autoridad informaron y apercibieron, más bien parece que por el ánimus fotinga propio del período electoral? No obstante y por lo que respecta a las cacolas, ¡leña al infractor!, por cerdo; no tiene excusa.
Personalmente, a la normativa actual le he de reprochar no haber introducido el creciente problema de salubridad y guarrería que presenta la costumbre de alimentar a las palomas, prohibido ya en algunas ciudades españolas tal como dejé constancia aquí, hace quince días, y tras lo que no fueron pocos los vecinos de otros barrios que de viva voz me transmitieron sus quejas por idéntica razón.
Asociaciones vecinales, administradores de fincas, ¿nadie traslada las quejas? ¿Soy yo la primera en alzar la voz? Bueno, en darle a la tecla.
Al calor de la pública protesta, unos vecinos de la Avenida de Bazán me rogaron que escribiese describiendo el fastidio que les asola: los árboles plataneros, regalados por el Concello y que plantaron ellos mismos años atrás, sobrepasan los cuatro pisos. Ubicados en la acera de enfrente a sus fachadas, la copa es tan amplia que no solo tocan las ramas con las manos desde las ventanas sino que tapan las farolas, dejando la calle a oscuras (esto sucede también en Alcalde Usero;  premio, naranja, para el responsable pero también, limón, para quien no corrige el error). Cuando los podan  les cortan solo las puntas; nunca quedan como un muñón y las hojas, barridas pero no recogidas, atascan por igual canalones y sumideros.
Se quejan, asimismo, de que hay tramos de La Trinchera sin aceras y aún dónde las hay, está invadido por tierra, silvas, maleza y cuanto crece por el arribón, que se corta cuando sobresale mucho pero que en lugar de llevarse de allí los restos vegetales,  son nuevamente echados encima de lo rozado. El capataz del Concello  ¿vigila que el contrato con la empresa concesionaria se cumpla y que el personal contratado, trabaje bien? Parece que no.
Completa la enguarringada paisaxe una gruesa capa de carteles y pasquines bajo el puente. ¿No existe sanción por  la fijación de carteles en cualquier sitio? Responsable, la empresa anunciadora. Entonces  ¿afán recaudatorio? Pues no lo veo yo tan claro. Tal vez porque lo que yo veo es caca por todos lados.

 

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