Aforados

Hace quince días, en esta columna preguntaba si violadores, pederastas, maltratadores, trollers y demás calaña, gozarían de la salud mental necesaria habilitante para votar con discernimiento al partido cuyos componentes gocen de equilibrio psíquico y moral para gobernar y elegir entre los suyos a los más adecuados para ello. 
Olvidaba incluir a los torturadores de animales, lo hagan por deficiencia mental o por arte, con mención especial para esos casos como el último investigado por el Seprona en Ponte Caldelas: el del malabestia que tenía encerrados en una finca, atados con cadenas, a unos pobres perros; unos, muertos con brutales signos de violencia, según la propia Guardia Civil; otros, desnutridos y otros aún vivos pero con manifiesta extrema delgadez. Descerebrados como este ¿también gozan de derechos políticos? 
Tampoco mencionaba a una parte de la juventud; pequeña parte, pero todo suma. Esa que callejea sin oficio ni beneficio, a la que no le falta coche ni móvil y frecuenta clubs de futbol para ir a montarla dentro o fuera cual manada de animales; esa que desnortada y desocupada, fáciles de captar para cualquier causa, cae en coma etílico o en la célula equis sin que padres ni familia, esa es otra, se enteren de nada. 
¿Qué familia, qué colegio, qué educación han recibido, qué formación humana tienen, qué hay detrás de esas adolescentes que, estando en edad de estudiar, viajar, aprender, sociabilizarse y gozar, caen en oscuras redes y cambian una vida de bienestar, shorts, bikinis y cuerpos al sol para llenarse de salud y calcio, por fandangos hasta los pies que nuestra civilización abandonó hace siglos y cabezas cubiertas, apelmazando el pelo, simulando estampas que aquí quedan ya sólo como testimonio de traje regional y para la abuela del anuncio de la fabada? ¿Que alguien lleva ambas prendas voluntariamente aceptadas porque le encantan y es libre de hacerlo? Si, igualico que llevar un cilicio: lógico, sano y natural.
Pues sí; todos votan, claro que sí. Al poder político, para poder seguir saqueando el país y robando a sus conciudadanos como lo han venido haciendo, incluso confiscando, por supuesto que les interesa más el voto de estas mentes preclaras que el de alguien con criterio porque mientras el segundo igual le exige a cambio del voto, algo, el primero, ni eso: Extraído de las redes, de un tal @joluanguita, en esta Semana Santa un twitt que decía algo así: “Estando Espe y La Sultana en el balcón de un ayuntamiento, invitadas ambas a ver pasar una procesión, devuelven asombradas, alegres y risueñas el saludo a alguien de entre el público a pie de calle; una había llamado la atención de la otra: Mira, otro parado que nos vota. Saluda al gilipollas.”
Consideran a los votantes tan potorrobobos, que hasta en esta ocasión quedó de manifiesto lo que para muchos era ya evidente. 
Si se afirma que Espe, en medio de sus dos figuras favoritas y con lo listiña que es, tenía necesariamente que enterarse de qué iba la fiesta, aunque sólo fuese por signos externos, precisamente por el mismo argumento tenían que suponerlo también los miembros de otros partidos a su mismo nivel. Con más motivo la fiscalía. Sin embargo, todos miraron para otro lado, dejaron hacer y por lo que respecta a la Justicia, tantos años inactiva aún cuando era un clamor para todos aquellos poseedores de dos dedos de frente, llenó de contenido una frase también sacada del twitter de un amigo seguidor del aludido en el párrafo anterior: “Se llama `Justicia Española porque `El coño de la Bernarda´ ya estaba cogido”.
No es la única frase gloriosa que glosa el quehacer de la Justicia, que parece que ahora está más por la labor de cubrir las apariencias que de haber tenido interés en perseguir el delito a su debido tiempo. Esta otra, ahora que se acaba de celebrar la Semana Santa, también tiene su moraleja: “Hoy se conmemora que hace más de 2000 años Barrabás salió absuelto y Jesús quedó preso. Lo que demuestra inequívocamente que el juez era español”.
Que las urnas se hayan ido llenando con votos de la calidad expuesta explicaría cómo se afanaron delinquiendo mientras, hoy por ti, mañana me toca a mí, les dejaban hacerlo, hasta llegar a que lo que hoy representa la Justicia española para el pueblo desvalijado en derechos y propiedades y prólijo en recortes, sea el siguiente cuadro: Se ve al fondo el Monte Calvario y las Tres Cruces pero sólo una, la Cruz del centro, está ocupada. Le dice un centurión a otro “Al final, sólo se crucificó a Jesús de Nazareth. Pero ¿y los ladrones?” interroga extrañado. Le contesta el otro: “¡Aforados!”. 

 

Aforados

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