“Arrufo”

ue Ferrol nació y permanece vinculado a las actividades derivadas de la construcción naval y su industria auxiliar, a estas alturas de la película nadie lo duda, pero esta es una historia que no empezó antes de ayer si no que lo hizo hace la friolera de casi setecientos años cuando se construyó en Neda un barco armado, y continua hoy con la resolución gubernamental de dar continuidad, ya que estaba en “paro” absoluto, a la construcción naval ferrolana.
Desde siempre la carpintería de ribera tiene una gran presencia en toda la comarca que fue cuna para la construcción de pequeñas embarcaciones hasta el nacimiento de los astilleros.
No es hasta 1726 que Felipe V promueve la construcción de un arsenal en la Villa de La Graña. Posteriormente en 1740 se construyen las primeras gradas en Esteiro, donde nueve años después, en 1749, Fernando VI decreta la construcción de un astillero. Con el paso de los años en 1752 por orden del Marqués de La Ensenada, Secretario de Marina, se efectúa una ampliación del astillero aumentando el número de gradas, inicialmente cuatro, hasta un total de doce, con objeto de dotarlo de capacidad para la construcción de “Los Doce Apóstoles o El Apostolado”, buques todos ellos de iguales características conocidos con los nombres de: Oriente, Eolo, Neptuno, Magnánimo, Aquilón, Gallardo, Brillante, Vencedor, Glorioso, Guerrero, Héctor y Soberano.
En un período de algo más de cuarenta años se construyen en nuestra ría 135 buques, la Guerra de la Independencia provoca la paralización total de la construcción naval en Ferrol, pero superado este período de nuevo vuelve a resurgir siendo nuestra ría escenario de la construcción alternativa de buques de vela y vapor. Corría 1842 cuando en La Cabana se construye una corbeta de 16 cañones y 500 toneladas de peso, a la que siguieron goletas, corbetas, fragatas y bergantines, tal fue la actividad desarrollada en el Dique de Mareas de la Cabana.
De la mano de los “carpinteros de ribera” las construcciones de madera en nuestra ría llegan a su plenitud, hubo en Ferrol en esa época pequeños astilleros: el Jerónimo Vila en Mugardos, el de Jacobo Aguilar y el de García Sande en Maniños, el de Ramón Aguilar en Perlío, el de Salvador Rodríguez en Neda, y los de Gumersindo Paz, Seoane y González y Astafersa en La Graña,  teniendo que pasar los años hasta que en 1886 se construye en Esteiro el primer buque de acero remachado, el Crucero Isabel II, dos años después en 1887 es en La Graña donde se bota el primer barco de acero construido en el varadero de la sociedad Vila y Cía, lugar en el que posteriormente en 1898 se instala la Estación Naval de La Graña. Durante el siglo siguiente hasta la aparición de Astano en 1941 los astilleros de la ría: La Graña, La Cabana y Esteiro, se repartieron la producción naval en Ferrol.
 No es hasta bien entrado el siglo XX que Ferrol empieza a despuntar, siendo la ciudad reconocida como potencia mundial en construcción naval, tanto militar como civil. 
Solo en Astano entre 1940 y 2000 se construyen más de 220 barcos de todo tipo, desde pesqueros hasta grandes plataformas para la extracción y/o refinado de petróleo, diversificación a la que hubo que recurrir ante la falta de carga de trabajo derivada del “veto” a la construcción naval civil impuesto por la Comunidad Europea. En Bazán por su parte se alterna durante años la construcción civil y militar, hasta que por la causa anteriormente citada, desde 1980 su actividad fabril está dedicada a la construcción militar exclusivamente, viéndose su actividad civil limitada al sector de reparaciones. En el período comprendido entre 1910 y 2005 se construyen en el astillero de Esteiro, hoy Navantia-Ferrol, más de ochenta buques militares.
La construcción del Arteaga marcó un hito mundial en la historia de la construcción naval ferrolana con sus 330 metros de eslora y 323.000 toneladas de peso muerto, es decir sin carga. El “arrufo” término con el que en el argot marinero se define la situación en que el casco de un barco por efecto del oleaje o similar se parte por la mitad al quedar apoyado solamente en un punto de la quilla –la proa y la popa–, quedando el resto en el aire y provocando con ello su rotura. La posible rotura por arrufo fue la última de las grandes preocupaciones que tuvo Astano durante la botadura del Arteaga, ya que, durante segundos, con la popa en el agua y la proa todavía en la grada podía presentarse esta situación, inquietud que duró hasta que el barco no estuvo completamente a flote. Pero el Arteaga fue solo uno de los más de 250 barcos construidos en Astano, el astillero de Perlio, desde su constitución hasta la fecha.
Cuestiones políticas, comerciales, o de otra índole que desconocemos porque nunca bien explicadas fueron, dieron al traste con la actividad que supuso para Ferrol su desarrollo, engrandecimiento y época dorada: La Construcción naval. Más de 300 nuevas construcciones en poco más de cien años, eso es producir, pero si además esa productividad se ve avalada por la calidad de los fabricados, lógico que Ferrol fuese durante años la referencia mundial de la industria naval.
En la actualidad son cuatro los astilleros existentes dentro de la ría: Navantia Ferrol, Navantia Fene, Blascar y Fincamar, que con su actividad tratan de poner de nuevo a Ferrol en el “candelero” mundial de la producción naval, la construcción naval civil sigue vetada, la competencia es muy dura, pero vamos a intentarlo. 

“Arrufo”

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