AL AMOR DE LA RADIO

Al amor de la radio un servidor pasó, de pequeño y hasta de mayor, muchas horas entretenido, ya que no feliz, aunque también y perdonen el enredo expresivo. En mi memoria auditiva aún suenan los compases de lenta cadencia de aquel fox del maestro Glenn Miller y su orquesta, titulado “Collar de perlas”, que servía de sintonía al programa “Ferrol de noche” de Radio Ferrol, emisora del Movimiento, qué remedio. Escuchándola una noche quedé sumido en la perplejidad cuando en una crónica diaria se anunciaba que había aparecido “un cadáver muerto en la bahía”. Tal cual les digo. Lo noticiable hubiera sido que el cadáver estuviese vivo, pero no era el caso, lo que constituye torpe redundancia o inútil pleonasmo.
En materia de radio, lo más serio era el cotidiano “Diario hablado” de Radio Nacional de España; popularmente “El Parte”, que con puntualidad británica se emitía a las dos y media de la tarde y a las diez de la noche. Buenas y bien timbradas voces para tanta noticia monocorde que demostraba, en una orgía de aperturas e inauguraciones (desde el clásico pantano hasta la barriada de viviendas populares), que España iba bien, firme, alegre y confiada, mientras otros países las pasaban canutas, sobre todo claro, los del telón de acero con Rusia a la cabeza. ¡Qué se iba a esperar de aquellos comunistas!
Como no era yo un localista radical, buscaba en el dial la emisora de La Coruña. Allí disfrutaba con la serie de vaqueros “Dos hombres buenos” y con las delicias imaginativas de “Hoy en Galicia”, de Álvaro Cunqueiro, que llegaban en la aterciopelada voz de una locutora cuyo nombre olvidé. Futbolero como era, me entretenía con la transmisión de partidos por Enrique Mariñas, que se completaba con la crónica de viajes, Europa adelante, del inolvidable Real Madrid de Gento, Puskas y Diestéfano, la “saeta rubia”, al que cierto día sorprendí en un cartel publicitario con la cabeza entre dos piernas esculturales, asegurando que “Si yo fuera mi mujer, medias Berkshire usaría”. De momento, aquel par de extremidades inverosímiles no eran de su mujer.  Enrique Mariñas y Matías Prats eran el dúo de oro del fútbol radiado los domingos exclusivamente, y aliviaron el tedio de las tardes caseras de muchísimos españoles.
Volviendo a Ferrol, me gustaba aquel programa de discos dedicados. Eran las canciones de Juanito  Valderrama, Marifé de Triana, Doña Concha Piquer, Antonio Molina y luego Manolo Escobar y el incombustible Rafael las más solicitadas. En nuestro medio rural la copla andaluza hacía furor. En algunas dedicatorias se decía “De fulanito a menganita, con todo cariño…por lo que ella sabe”. Yo pensaba qué sería lo que ellos sabían pero no decían. Mis sospechas de que no todo era trigo limpio en aquellas dedicatorias me las confirmó hace unos días Don Benito Vázquez, factótum que fue de la radio local, recordándome que alguna como “A mi marido que está hoy de guardia” alertaba a un tercero en discordia… que tenía campo libre para lo que ustedes y yo sabemos.
Por aquellos años las radios más solicitadas eran Marconi y Telefunken. Yo me entretenía viajando en el dial por las grandes ciudades que tenían grabado su nombre en el cristal de la pantalla, iluminada por una lucecilla interior. Pero también lo hacía con los chistes de Gila, las canciones de Emilio “el moro”, el arte de silbar de Pepe Iglesias “el zorro” y hasta algunos anuncios publicitarios como el del doméstico Cola-Cao ( “Yo soy aquel negrito del África tropical…”) que se cantaba, mientras que otros eran más telegráficos y reiterativos ( “trincheras Ford, gabardinas Ford, impermeables Ford. Ford, lo mejor que se fabrica”). Sin embargo eran las series que recreaban célebres cuentos las que escuchaba con más fruición y ahora mismo, de una como la de Peter Pan, recuerdo pasajes enteros: “Prepárate a morir, Garfio… morirás tú, rapaz insolente, te cortaré el gañote… como buenos cobardes, los piratas desertaron…”, etcétera. Años después fui seguidor de las corrosivas críticas futboleras del pequeño gran hombre José María García, alias “butanito”. García, al parecer, salió como un cohete, en coche descapotable, Gran Vía abajo, para contar con pelos y señales los acontecimientos del 23 de Febrero, el “tejerazo”. Algún paseante que lo vio le gritó: “Adónde vas, García, que Porta no está en el Congreso”. Con Porta, presidente de la Federación Española de fútbol, era García un hombre sin piedad y, día sí y día también, lo fulminaba con arrebatados descalificativos como chupóptero y abrazafarolas, entre otros que hicieron época. Pero dejen que me ponga sentimental y recuerde las melodiosas voces del ferrolano trío Los Zafiros, armónico y bien conjuntado, que escuchaba en Radio Ferrol, en inolvidables tonadas líricas como “Flor de azalea” o “Flor silvestre campesina…”, de raíz mexicana. Años después me encantó el grupo “Los cinco Platinos”, que alcanzaron merecida popularidad en una línea que seguía a los extraordinarios “Los cinco Latinos”. Fin de esta emisión. n

AL AMOR DE LA RADIO

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