La política en fotomatón

Veo la foto de portada del periódico ABC del pasado día 20, hace nada, y creo que en sí misma explica una crisis de gobierno, además de una clamorosa perturbación moral, la de una ministra, la coruñesa Nadia Calviño, atrapada entre confusos pensamientos de asombro y vergüenza ante cuanto escuchaba de boca y culo, al fin excrecencias tabernarias, a cargo de un iluminado que se cree su papel, he ahí el peligro, y que ocupa a su lado, pavorosamente, jerarquía mayor de vicepresidente, hablando de “sus” menores prostituidas, las suyas, de suyo, vamos, las de su parroquia ideológica en Baleares, que ésas sí que sí, y las demás, los demás, ya se sabe, fascistas… Este chico, no hay nada como el mal de altura, sobre todo cuando no se tiene, no parece conocer la metáfora de la horma y el zapato, pero San Martin a todos acoge, también a él, por mucho que presuma de ateo, que seguramente sí, y antes pronto que tarde, como en las tómbolas clásicas, la dialéctica de su discurso ha de tener el corolario que conviene a su sinrazón, o sea, eso de “bonito premio, bonito regalo”. Cuestión de elecciones, o ya se verá. 

Y hechos a otra instantánea, cambiemos plano… Tú miras esa foto con los miembros, todos en nómina, por favor, reparad en verla, que forman el ministerio de igualdad, y ya te das cuenta enseguida, qué digo, a primera vista, de porqué es el ministerio de igualdad, esa utopía de “marineritos de tierra, mar y aire, el capitán no lo hace…”, con el que jugábamos de niños a distraer atenciones, e intenciones, con gestos bobitos y salivitas, pues como eso… 

Que ya siento yo, no creas, que se llame Irene, como mi hija, que todavía hay clases, gracias a Dios y a usted, y no es lo mismo, no creas, faltaría más, ni a la suela del zapato, digo, así lo veo yo, y así la veo yo, a la ministra, claro, del ramo, mira por donde, ministra consorte que todo queda en casa, y es que hay que ver… Falta en esa foto coral, eso sí, un chinito del Domund, que al paso que vamos, mira, no sería imposible, no sé, un pionerito rojo de esos, bueno, una pionerita, de acuerdo, con pañuelo al cuello, proveído de una hucha a lo Olof Palme, marca de la casa, y a recordar tiempos… Claro que ya me dirás qué sabrás tú, ministra, de todo esto que no resulte tóxico, verdad, y lo que te pueda contar tu cuate, nada menos que horneado en la Complutense de las ideas políticas, esa lumbrera de la dignidad según qué y a qué horas… Total, igual da.

Apelar, verbigracia, a la unidad de las mujeres, desde lo tuyo, pues mira, está bien, tan sólo un requisito, claro, imprescindible, que lo sean enteramente, tú comprendes, que algunos, y algunas, parece, quieren torcer su propia genética a favor de eugenesias imaginativas, un poquito teratógenas, por vuestra propaganda, y así no, así no vale. O sea, o eres, o no eres, o la tienes o no la tienes… Y eso, la vergüenza, por ahí anda escasa a cuenta de frivolidad y liberalidades que acaban por destrozar vidas enseguida, pero enseguida, cuando se dice pretender lo contrario, que además no se pretende. Y para todo este patibulario en ofrenda de una sociedad alternativa, échale carrete, no se precisan valores otros más intensos y sentidos, que unas lagrimitas de cocodrila de vez en cuando, las tuyas, que es especie nueva donde abrevar, o de cocodrilo, las de siempre, vayan en homenaje de las de tu consorte el otro día en el Congreso, el chico que entiende de lupanares de menores, con imaginación de ínsulas Baratarias. Y que no le toquen el negocio. 

La política en fotomatón

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