¿Y ahora qué?

Los líderes del PdeCat lo pueden decir más alto pero no más claro: o Pedro Sánchez paga el peaje que le han estipulado o no podrá contar con sus votos para gobernar. Lo ha dicho Puigdemont, lo ha dicho Torra y lo ha repetido Elsa Artadi además del nuevo “jefe” del grupo David Bonvahí. Pero lo importante no es lo que le reclamen los independentistas catalanes sino saber qué líneas rojas no está dispuesto a traspasar el presidente del Gobierno.
Hasta ahora Sánchez ha tendido la mano para dialogar, incluso puesto a ofrecer ha ofrecido la elaboración de un nuevo Estatuto. Pero la respuesta ha sido contundente. Puigdemont, que es quién marca la agenda política de Cataluña, lo ha dejado bien claro: de lo que hay que hablar es de la convocatoria de un referéndum de autodeterminación que lleve a Cataluña a la independencia. Todo lo demás no le interesa. En realidad no le interesa ni a él ni a muchos de los dirigentes del PDeCAT por más que hay otros que parecían dispuestos a por lo menos escuchar las propuestas del Presidente de Gobierno.
Pedro Sánchez puede volver a tender la mano pero si se la rechazan, si desde el PDeCAT le vuelven a responder que no les interesa todo lo que no sea que en la agenda política se incluya la autodeterminación de Cataluña, entonces volveremos a la casilla de salida.
Los patriotas son así, capaces de sacrificar a sus conciudadanos. Cataluña se ha empobrecido en los últimos años, ha dejado de ser una de las regiones europeas más atractivas para invertir. Muchas empresas se han marchado. Pero no solo eso. Desde la Generalitat en vez de preocuparse por gestionar la economía, en vez de estar preparando proyectos de futuro en pro de los ciudadanos, andan enfangados viendo cuantas “embajadas” pueden reabrir y su acción política se circunscribe a seguir reclamando la autodeterminación.
Pedro Sánchez hará bien en intentar que no se cierre ninguna vía de diálogo pero sin olvidar que es el presidente del Gobierno de España y, por tanto, no puede estar al albur de un grupo político que lo que pretende es la destrucción del Estado. Le están echando un pulso o acaso juegan de farol, en todo caso Sánchez tiene que dejar claro que si no le permiten gobernar convocara elecciones de inmediato y asunto concluido. Y que cada palo aguante su vela. Faltaría más.

¿Y ahora qué?

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