El desembarco de Vox

La España de hoy es diferente a la de ayer. Y es que en esta ocasión en las urnas los ciudadanos nos jugábamos unas cuantas cosas mas que en anteriores elecciones.
En realidad España comenzó a cambiar cuando se quebró el bipartidismo y aparecieron en escena Podemos y Ciudadanos, y ahora se ha dado una vuelta de tuerca con la irrupción de Vox
Pensábamos que estábamos vacunados contra cualquier opción de ultraderecha, que eso no nos podía pasar a nosotros puesto que los ecos del franquismo aún resonaban en nuestra sociedad. Y sin embargo ha pasado. Comenzó en Andalucía y ha seguido en toda España. Vox forma ya parte de la realidad aunque afortunadamente su irrupción no ha sido con tantos escaños como auguraban las encuestas.
Podemos consolarnos diciendo que España no es diferente, que el populismo empieza a galopar por toda Europa, que en la mayoría de los países de nuestro entorno ya forman parte de su realidad política y sus representantes se sientan en los Parlamentos. Pero eso no es un consuelo, por una vez creíamos en la virtud de ser diferentes, es decir no tener ultraderecha en España.
Pero ahí está Vox con una representación suficiente para inquietarnos: 24 escaños.
Puede que este partido sea una erupción temporal, que en los próximos comicios comience a perder pie, que se quede en un mal sueño. Ojalá. Pero esa no es la tendencia en Europa. Los partidos populistas parece que han llegado para quedarse. Claro que su permanencia dependerá de lo que hagan de ahora en adelante. No es lo mismo decir unas cuantas burradas en un mitin que hacer política en el Parlamento. La vida parlamentaria tiene sus propios códigos, sus propias reglas y es fácil estrellarse en esa realidad.
El histrionismo de los dirigentes de Vox puede ser su peor enemigo porque ya digo que una cosa son los mítines y otra muy distinta subirse a la tribuna para debatir.
En cualquier caso la aparición de Vox hace que ya nada sea igual, que la vida política se enrarezca y se polarice.
A Vox le ha llegado la hora de la verdad y a nuestra democracia una prueba importante: como digerir su presencia sin que nos produzca una grave indigestión. No será fácil.

El desembarco de Vox

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