Gobierno y desgobierno

Formar gobierno es el acto en que se concreta la singularidad y dignidad democrática, se entiende, por tanto, la preocupación del ejecutivo en funciones por cumplir con este trámite, y más, cuando ya se ha fracasado una vez en esa tarea. Pero eso no lo excusa de velar para que el cumplimiento de ese mandato no le lleve a incumplir las normas legales establecidas y las más elementales pautas éticas que han de regir no solo ese acto sino todos los que adopte. Y no es ni legal ni ético llamar a la puerta de una formación política, Esquerra Republicana, que a día de hoy no da síntomas de ser ni democrática ni tampoco ética en su ideario y esencia. Una formación, digo, que pone como primera condición que el gobierno tome decisiones que no le corresponden y otras que atacan la misma esencia de la democracia, separación de poderes, obligación de cumplir y hacer cumplir la ley..., que le exige, en definitiva, el deber de delinquir.

Un gobierno es el principal valor de un país, pero qué valor tiene aquel en el que uno de sus apoyos no lo reconoce, muy al contrario, lo repudia y utiliza como piqueta de derribo de ese Estado al que se deben ellos y ese gobierno. 

Habla el presidente en funciones de la necesidad de formar un gobierno de progreso sin reparar en que si esto es avanzar, el progreso ha de ser necesariamente retroceder a tiempos predemocráticos, en los que imperaba la voluntad autoritaria y despótica de sus gobernantes.

Gobierno y desgobierno

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