La victoria será nuestra

Pasaron ya unos días desde que José Luis Abet cometió el triple asesinato en Valga. Las tres mujeres descansan ya en paz y su ausencia será eterna para quienes formaban parte de sus vidas. Transcurrido el tiempo todavía hay quien se pregunta qué le pudo pasar por la cabeza a ese hombre para cometer semejante barbarie. Las especulaciones y los rumores de todo tipo se suceden a cada cual más increíble. Ahondar en la supuesta razón es, a mi entender, una especie de justificación del acto criminal. A estas alturas da igual que este ser se imaginase mil afrentas en su cabeza para hacer lo que hizo, porque el fondo se repite en este tipo de casos desde tiempos inmemoriales para vergüenza de todos y no deja de ser el patético mantra aquel de que la maté porque era mía.

Este asesino determinó que tenía que tomarse la justicia por su mano porque una mujer, tres en este caso, no iban a condicionar su vida. Y como es incapaz de aceptar a la mujer como igual y respetar sus derechos y sus razones, compartidas o no, decidió acabar con sus vidas, con su futuro y con el de todos los que las querían de verdad. Así, porque sí.

A día de hoy, con la indignación y la rabia que nos corroe a todos por dentro, todavía hay quien quiere debatir si se trata o no de un caso de violencia machista. Incluso hay personas que se atreven a censurar el calado de las protestas de los colectivos feministas cuando, en realidad, son comedidas diría yo a tenor de las matanzas de mujeres que se producen año tras año sin que la clase política, la que maneja los recursos y tiene poder de decisión, declare la guerra de una vez por todas y de verdad a esta sangría.

Hacen bien en salir a las calles y hacerlas suyas para que todos los partidos sin excepción se apliquen como es debido y asuman que la solución pasa por la educación en igualdad desde el primer día de guardería. Es necesario invertir todos los recursos necesarios para que en ninguna familia haya diferencias entre niños y niñas y que crezcan en pie de igualdad para avanzar hacia una sociedad más justa en la que la violencia machista sea inexistente o residual en el peor de los casos.

La victoria será nuestra

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