Rotondas sin luces

La Dirección General de Tráfico ha intensificado sus campañas publicitarias para concienciar a los conductores sobre la imperiosa necesidad de respetar las normas de circulación al volante con motivo del puente de Todos los Santos. Los anuncios son duros y muestran una realidad de la que nadie está a salvo si comete alguna imprudencia. Además, van acompañados de un refuerzo de los agentes en la carretera y de la colocación de radares para disuadir a los automovilistas de pisar el acelerador si no quieren hacer frente al pago de una buena multa y a la pérdida de puntos.
Aquí está en juego el eterno debate sobre el supuesto afán recaudador de estas y otras medidas y la obligación de las administraciones de prevenir accidentes en la medida de sus posibilidades. También se habla, y cada vez más, de la reducción de los límites de velocidad en las carreteras porque así los pilotos tendrían más tiempo de reacción ante cualquier eventualidad y sería menos complicado controlar el coche para no sufrir un siniestro.
Insistir en que los ocupantes del vehículo lleven puesto el cinturón de seguridad, evitar el uso del teléfono móvil mientras se conduce o controlar a quien ha ingerido alcohol o consumido drogas son aspectos en los que todos coincidimos, así como en la necesidad de que los coches estén en perfecto estado.
Sin embargo, poco o nada se dice del estado de las carreteras, muchas de ellas estrechas, con arcenes que suponen un peligro y un asfalto que deja mucho que desear y que, desde luego, también afecta de forma directa a la seguridad vial. En estos casos se nos recomienda, con toda lógica, que hay que adaptar la velocidad al estado de la vía, sin exigir las responsabilidades que le corresponden a la administración correspondiente por tener ese vial en unas condiciones que no son las idóneas para circular sin contratiempos cada cien metros.
Estas carreteras sin señalización horizontal y sin apenas iluminación son tanto o más peligrosas que la velocidad que se alcanza cuando salta el radar móvil de la patrulla de Tráfico de turno escondida detrás de un contenedor o en un lugar muy poco visible.
La iluminación adecuada de las rotondas es un asunto esencial en la seguridad vial y no escucho a nadie hablar claramente al respecto, ni que desde la DGT, hasta donde yo sé, se exija a quien corresponda que se actúe de urgencia y sin recato presupuestario en los puntos negros de nuestras carreteras, porque la coerción no es la única solución.

Rotondas sin luces

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