Apagón

A estas alturas del siglo XXI pocas cosas son tan frustrantes como darle al interruptor de la luz y que la bombilla no se encienda. Damos por hecho disponer de una serie de servicios por los que las eléctricas nos cobran un ojo de la cara y parte de un riñón y, por lo tanto, nos vemos con derecho a exigir un servicio acorde. Esto no quiere decir que estemos acomodados, o mal acostumbrados, sino que entendemos que en una sociedad moderna, que paga sus impuestos religiosamente, tener luz, gas o teléfono, por ejemplo, se considera algo normal. No obstante en momentos puntuales se puede entender que se produzca una caída del suministro eléctrico a causa de un temporal, una avería o cualquier otra razón. Sin embargo, esperamos una rápida respuesta por parte de la empresa concesionaria para que subsane el problema y regrese la normalidad. Es cortesía de los usuarios aguardar un tiempo razonable para que los técnicos actúen y la falta de luz se quede en un fastidio momentáneo. 

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