Reflexiones en vísperas

Hasta el hartazgo hemos oído a nuestros políticos hablar de la Constitución, las más de las veces para tirársela al rival, y en pocas ocasiones encontramos en su programa un eco a esa Constitución que dicen adorar. Xavier Vidal Folch les llamó “constitucionalistas sin Constitución” y es que pedir o apoyar la supresión o rebaja de impuestos a los ricos y aumentar los que afecta al común de los ciudadanos –IVA, IRPF, etc.– va en contra los artículos que piden un sistema inspirado en los principios de igualdad y progresividad. 

Mucha banderita y proclama, pero no se ajustan al mandato de la Constitución quienes reniegan del estado autonómico que reconoce nacionalidades y regiones, o piden barreras ¿cordones sanitarios?, contra el pluralismo de las lenguas para las que, en el artículo tercero, se pide especial protección y respeto. En este asunto de las nacionalidades y autonomías Feijóo tiene una idea: el autonomismo útil robustecido. ¿Hay que engordar el grado de autonomía? ¿Tiene derecho Galicia a más traspasos de competencias? ¿Estamos a pie de igualdad con el País Vasco y Cataluña? No se trata, jefe, de ser más, pero tampoco debemos ser menos. O, peor, no ser nadie.

Como leer ilustra, hagan el favor de repasar los estatutos de las otras nacionalidades y comparen. Luego repasen quienes quieren “recentralizarnos” y encontrarán a los compañeros de Colón –PP, Ciudadanos, Vox– que formarán trío en su lucha por Madrid… 

Y volviendo a la Constitución, ya molesta tener que repetir lo del salario digno, el acceso a una vivienda, la igualdad entre hombres y mujeres y un amplio etcétera que para muchos de esos españolistas es un estorbo.

No parece muy constitucional la declaración de los que, aun sin sentencia, piden una condena ejemplar, cuando será el tribunal el que decida el proceso. Es un claro ataque a la independencia judicial, envuelto en un anticatalanismo feroz, que se esconde en rechamantes declaraciones como “mi lealtad es con España…” y los españoles, qué? 

Son algunos ejemplos que nos deben servir de reflexión para separar el trigo de la paja. Sí parece claro que las votaciones del pasado 28 demostraron las preferencias de la ciudadanía, premiando a unos y castigando a otros, también quedó claro que Cataluña seguirá siendo el centro del debate político y que solo el consenso mayoritario –de nuestros representantes y de la sociedad– traerá la solución con iniciativas que propondrán reformas constitucionales. Conviene reflexionar y después votar.

Reflexiones en vísperas

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