Música de viento

¿Quiso el PSOE un gobierno de izquierdas? Busquemos los antecedentes: Felipe González siempre pactó con vascos y/o catalanes antes que con la izquierda. Y años después los esfuerzos del PSOE –hasta el último minuto del partido– se dirigieron hacia Ciudadanos como socio preferente. Lo dijo Ábalos, lo firmó con un pacto Sánchez; lo repitieron sus colegas de Castilla-La Mancha, Aragón, Extremadura ¡Que mandaron gracias a Podemos! Pero viene de lejos: en la transición, en reuniones de los antifranquistas –la Platajunta era el nexo de unión– el PSOE ya intentó dejar fuera a los comunistas primero y después al no tener apoyo su idea pescó en ese caladero y, más tarde se quedó con la marca del PSP de Tierno Galván. Nunca quiso a nadie a su izquierda

Esta es la verdad que se puede comprobar a través de la memoria o rebuscando en las hemerotecas. Y todo esto nos lleva a buscar otras explicaciones. ¿No será que este PSOE no es de izquierdas?, que se mueve mejor en la derecha o en  ese invento del centro izquierda para poder remar según sople el viento. Ahora mismo hay quien se pregunta, por ejemplo, si Sánchez y su equipo de gobierno no quieren. Bajando a terrenos más cercanos, hay quienes se preguntan si en el fondo en el Gobierno socialista no quiere ceder el ministerio que revise la política hidrográfica, para no “preocupar” a las eléctricas por aquello de las puertas giratorias. Incomprensible, patético, el esfuerzo de Sánchez de pedir ayuda a Ciudadanos después de los desplantes recibidos y tras unirse Rivera a la derecha más montaraz mientras le huyen sus mejores colaboradores, espantados por ese giro de su presidente. Y, finalmente, lo dicho en Tele-5 la misma noche del jueves: Voy a explorar nuevos caminos. Con el PP y Ciudadanos, claro

Al final, en las reuniones PSOE-Podemos sobró música de viento. La banda, como diría Albert Rivera, desafinó. Posiblemente por culpa de ambos aunque la mayor responsabilidad estaba en el bando de Sánchez, el candidato. Cuota de culpa para Podemos, en este recital de incomprensiones, por no optar por el mal menor vigilando desde el Parlamento, fuera del Gobierno, el cumplimiento de una política progresista, hasta, como le gusta decir a Iglesias, siguiendo la senda que señala la Constitución. Aún hay tiempo, dicen por ahí. Nos queda septiembre, como a los malos estudiantes. Ecuchen a Rufián y mejoren la melodía o todo acaba con un réquiem al progresismo.

Música de viento

Te puede interesar