La vida alrededor

Pasó lo que pasó, como decía aquel viejo político gallego, al poner el epitafio a cualquier resultado. Escucharemos, leeremos y veremos la cantinela de siempre: los que ganaron querían más y los perdedores ya buscan culpables. Nos queda aún el teatrillo de los pactos, con lo que función seguirá unos cuantos días…

Pero, además de todo eso, la vida circular a nuestro alrededor y nos sitúa frente a viejos problemas y nuevas que repiten asuntos de antaño. 

Así, por ejemplo, el exconsejero valenciano del PP admitió que saqueó el dinero de la ayuda al desarrollo, malversando docenas de subvenciones de la Generalitat destinadas a proyectos de ayuda al desarrollo…. Suma y sigue: la empresa pública Defex investigada por corrupción en sus negocios de venta de armas, tiene una cita con la Audiencia Nacional: en total 24 personas físicas.

Vuelve otro histórico: el gran jefe de OHL, que fue ministro con Franco, está acusado –en compañía de otros directivos, cómplices necesarios– de haber “hinchado” presupuestos de obras para el Gobierno y, de ese modo, conseguir pasta gansa para pagar mordidas a políticos de la propia administración.

Aquí mismo otro caso que cheira que fede: La Sexta descubrió que en uno de los colegios públicos del país la comida, con perdón, era mierda. ¿Se comió el marrón la Xunta? Se sabe que el señor Feijóo dejó dicho: si hay quejas no volverá a pasar”. 

Ya cansa, ¿no? Busquen fechas, nombres de prebostes de la política y repasen otra vez el resultado de las elecciones. Seguramente se encontrarán con aquella frase de “las personas de las que usted me habla, ya no están”. “Cierto muchas están en la cárcel y otras camino de los juzgados pero –y a lo mejor eso explica muchas cosas de la jornada electoral– todos llevaban la misma camiseta, pues jugaban en un mismo equipo. 

Otro de los asuntos que pasó de refilón en estos días de activismo electoral se refería a que “los servicios sociales necesitan mil trescientos millones para igualar la inversión previa a los recortes que soportamos con los tijeretazos a la sanidad pública y las desigualdades que supuso entre comunidades y pueblos. 

Una importante donación del hombre más rico de España y el tercero o cuarto del mundo, el leonés Amancio Ortega, originó una polémica  ruidosa –ya la hubo en los países nórdicos– discutiéndose si la sanidad la garantiza el Estado o queda en manos de la beneficencia. ¿Merece el tema una reflexión?

La vida alrededor

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