Corte y cortello

¿Qué se die en la Corte…? Los cronistas de la cosa política ya están alineándose con los suyos para recoger, según sea la cosecha, el fruto prometido. Así muchos comentaristas pro-marianistas, niegan tres y más veces sus antiguas querencias para irse, con armas y bagajes, al amparo de “los naranjitos”, pues parece ser el árbol más florido para las próximas primaveras.
Aquí, a este lado del telón de grelos, se les recuerda como detractores del AVE, poco simpatizantes con la lengua vernácula y en posición de firmes ante los próximos comicios por si algo cae de rebote en el reparto de los votos de una derecha que huye de Mariano y su tropa.
En la capital del Reino, por otra parte, se lee con interés –pero a las “agochadas”– el reciente editorial del “Times” muy crítico con Felipe de Borbón, al que le recuerdan el exquisito silencio de su reina en el caso de Escocia y, al tiempo, le piden al Gobierno que negocie más y use menos al Poder Judicial.
Por cierto, un grupo de juristas analizaron la calidad de nuestro sistema amenazado por los abusos y el clientelismo; los límites a las críticas al poder, la transgresión de los dogmas religiosos –la censura más o menos encubierta– y, por una parte, los “medios serviles que deterioran la democracia” y, por otra, la mordaza que se ejerce en numerosos sectores.
Por su parte, asociaciones de mujeres consideran discriminatorio el trato en los tribunales denunciando una serie de problemas instrumentales. Además defienden su formación de género y tachan las críticas de ataques a su independencia…
Por aquí la justicia –la mayoría de sus servidores– se quitó la venda y, de forma metafórica, empuñó la espada para pedir pan (o sea, más euros), más medios técnicos y mayor respeto a su trabajo.
En la capital andan revolucionados con el himno de Marta Sánchez y el populismo paduano de Rajoy celebrando los cursis ripios, se plasman en un proyecto del Ministerio de Educación donde la extinta asignatura de “Educación para la ciudadanía” se convierta en una exaltación patriotera llena de ardor guerrero.
Pero lo que de verdad tiene en vilo a la Corte es la reunión, en casa del exministro Margallo, bautizada como G-8 (un movimiento anti-sorayista) al que asistió la esposa de Mariano Rajoy. Así está “la Corte” y aquello parece un “cortello”.
Corte: corral en las casa de campo. Y cortello, ¿qué quiere que le diga?

Corte y cortello

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