Trabajo infantil

Como una clara violación de los derechos fundamentales de los niños, el trabajo infantil nos concierne a todos. Así no es de extrañar que la propia Organización Internacional del Trabajo (OIT) desee intensificar la lucha contra el trabajo infantil ya que aún persiste una gran disparidad entre la ratificación de los convenios sobre trabajo infantil y las acciones que los diferentes gobiernos emprenden para enfrentarse a este grave problema.

Desgraciadamente no hay lugar para la complacencia cuando alrededor de 215 millones de niños siguen trabajando para conseguir sobrevivir y más de la mitad de ellos están expuestos a las peores formas de trabajo infantil, incluyendo la esclavitud y la participación en conflictos armados como soldados. 

Las nuevas estimaciones, de varios organismos internacionales, publicadas recientemente, muestran que unos 5 millones de niños están atrapados en trabajos forzosos, eso incluye condiciones de explotación comercial con fines sexuales y servidumbre por deudas.

Dejemos que los niños se desarrollen plenamente y para ello habría que garantizar un trabajo decente para los padres, y educación para los niños ya que son elementos indispensables de las estrategias de la OIT dirigidas a la eliminación del trabajo infantil. 

Ya por el año 1973 la OIT elaboró un convenio internacional global sobre la edad mínima de admisión al empleo, señalando en su artículo 1 que “todos los países se comprometen a seguir una política nacional que asegure la abolición efectiva del trabajo de los niños y eleve progresivamente la edad mínima de admisión al empleo o al trabajo a un nivel que haga posible el más completo desarrollo físico y mental de los menores”.

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