Entre perros

os yanquis mataron en Siria al moro Al Baghdadi, líder del Estado Islámico. Se la tenían jurada, él sabía que le había tocado la bolita, como a Bin Laden, y que se lo iban a calzar. Era terrorista y como tal perseguible. Cuando los yanquis persiguen  terroristas nada de juicios; los pasan por la piedra y a otra cosa. Algo a lo que nos vamos acostumbrando. Que un cabrón como Trump, responsable de esa muerte, la anuncie llamando al moro cobarde, miserable, y que murió como un perro, es una actitud más compatible con un hijoputa, que con un presidente de gobierno. Claro que, como dice Michael Cohen, exabogado de Trump durante diez años, “el presidente vive en un entorno delictivo y tiene un comportamiento mafioso” y él debe saberlo bien. No me creo la versión de que el moro se voló con un chaleco explosivo, y a sus tres hijos pequeños con él. Creo que los ocho helicópteros volaron la casa donde estaban porque ¿qué cojones enterraron en el mar, tras la explosión de un chaleco que debió hacer fosfatina al moro? Trump invitará a la Casa Blanca al perro que “presuntamente” descubrió al moro. Ese día la Casa Blanca  parecerá una perrera de acogida.

Entre perros

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