Padres asilvestrados

Hay días en los que las páginas de Deportes de los periódicos son una crónica de sucesos acaecidos en torno al fútbol. He aquí unos ejemplos. 

En la localidad de Laxe se disputó un partido de Alevín Fútbol 8 entre la Sociedad Deportiva Laxe y el equipo de la parroquia de Buño y una jovencísima jugadora del cuadro local –9 años– recibió durante los 50 minutos que duró el choque insultos y comentarios como “marimacho”, “agarrádea polas tetas” o “tedeslle medo”, frases machistas vertidas por los padres y madres del equipo visitante. Según la directiva del Laxe, fueron las mujeres las que más insultos propinaron.

En Pontevedra, campo de A Xunqueira, el árbitro suspendió el encuentro de prebenjamín entre los equipos Agrupación Juvenil de Lérez y la Escuela de Fútbol Base de Moaña después de que los padres de los jugadores de ambos equipos se enzarzasen en una pelea. Los niños salieron llorando del campo. 

En A Coruña, ciudad deportiva de A Torre, el árbitro que dirigía el partido Vioño-A Marola de liga juvenil escapó corriendo y pidió protección policial después de la amenaza de varios jugadores del Vioño en pleno partido. También en A Coruña se agredió a un médico que iba a socorrer a un joven árbitro que había sufrido un desvanecimiento. 

En Viveiro se enfrentaban el conjunto local y el de As Pontes en la liga gallega juvenil y el árbitro, David Jiménez, escribió en el acta que un grupo de aficionados del equipo pontés “se dirigieron a mí en los siguientes términos: burro, payaso, eres un puto gitano de mierda, vete para la chabola”.

Esto es lo que hay. Imposible entender que unos padres que quieren encauzar la ardiente vitalidad de sus hijos a través del deporte muestren estos modales violentos, machistas, xenófobos y racistas y que se peleen delante de los pequeños, maltraten a una niña, agredan a un médico o vejen a un árbitro. Si ellos se comportan así, ¿qué les pueden enseñar a sus hijos? 

El sociólogo Alejandro Navas advierte de un asilvestramiento de la sociedad española que atribuye al deterioro de la vida familiar, a la relajación de la educación y a las redes sociales que destierran el comportamiento cívico y los buenos modales y abren el camino a esta “espontaneidad transgresora”. 

Esto y más factores explicarían lo que sucede en los campos de fútbol y las agresiones en otros ámbitos de la vida social, como en la sanidad y la educación. ¡Cuánto se echan de menos los viejos manuales de Educación y Buenas Maneras!

Padres asilvestrados

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